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Vol. 34. Núm. 4.
Páginas 246 (octubre - diciembre 2017)
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Carta a los Directores
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Vaginitis por Candida glabrata: ¿la gran olvidada?
Candida glabrata vaginitis: The great ignored?
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Ana Arroyo-Fajardo
Autor para correspondencia
anfa87@hotmail.com

Autor para correspondencia.
, M. Florinda San Juan-Delgado, Julio García-Rodríguez
Servicio de Microbiología y Parasitología, Hospital Universitario La Paz, Cantoblanco, Carlos III, Madrid, España
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Señores Directores:

La vulvovaginitis candidiásica es una infección frecuente en nuestro medio.2 Los tratamientos de elección son los siguientes: por vía oral una dosis única de fluconazol 150mg, y por vía tópica óvulos de clotrimazol 500mg en una sola dosis o de 100mg/día durante al menos 3 días.

Se habla de candidiasis vulvovaginal recurrente cuando se producen 4 o más episodios sintomáticos en un año.1 En estos casos existen varias opciones de tratamiento. En especies sensibles a los azoles, como Candida albicans, se recomienda un tratamiento de 6 meses con fluconazol a una dosis de 150mg una vez por semana. Sin embargo con especies con baja sensibilidad a los azoles, como Candida glabrata5,4, se recomienda el uso de cápsulas de gelatina con ácido bórico, 5-fluorocitosina o nistatina.2,3 Actualmente en España únicamente se puede obtener una formulación magistral de cápsulas de gelatina de ácido bórico. Esta ausencia de productos comerciales dificulta la erradicación y prolonga la persistencia de las vulvovaginitis por C. glabrata, lo que puede llegar a mermar la calidad de vida de las mujeres afectadas de forma considerable.

Para poner en evidencia esta situación se evaluó la presencia de C. albicans frente a C. glabrata en diferentes muestras de mujeres afectadas. Se revisaron retrospectivamente los registros de los cultivos de exudados vaginales recibidos en el Hospital Universitario La Paz desde enero de 2010 hasta diciembre de 2015. Las muestras se remitieron desde centros de salud y consultas de ginecología de nuestro hospital. De 8.221 mujeres con vulvovaginitis por C. albicans, 58 tuvieron más de un episodio en un año. En el caso de C. glabrata, 158 mujeres presentaron más de un episodio, de un total de 898. La tasa de recidiva en los episodios de vulvovaginitis por C. albicans fue del 0,7% (IC 95%:0,5-0,9) frente a un 17,6% (IC 95%:15,1-20,1) en el caso de C. glabrata, siendo esta diferencia estadísticamente significativa (χ2: p<0,001). También se encontraron diferencias significativas entre ambas especies en el número de recurrencias, siendo estas mayores con C. glabrata (3,6) que con C. albicans (2,06) (χ2: p<0,001).

Si consideramos exclusivamente el coste económico del material utilizado en el servicio de microbiología, el gasto medio por paciente con vaginitis por C. albicans fue de 3,332€ frente a los 4,28€ en las producidas por C. glabrata, sin considerar en este cálculo el consumo de recursos asistenciales y el incremento adicional de prescripciones probablemente ineficaces; el tratamiento con azoles por vía oral puede conllevar, además, la aparición de efectos adversos frecuentes (1-10 de cada 100 pacientes) como cefalea, náuseas, dolor abdominal y erupciones cutáneas.

En conclusión, podemos afirmar que padecer vaginitis por C. glabrata implica un riesgo 12,16 veces mayor de recidiva que por C. albicans (IC 95%:3,64-40,56). Esto conlleva un menoscabo en la calidad de vida de estas pacientes, que puede repercutir en sus relaciones familiares, así como trastornos emocionales y psicológicos. Por ello, consideramos que las autoridades sanitarias, deberían ser sensibles a esta situación y facilitar la comercialización de tratamientos alternativos no azólicos (comercializados fuera de nuestras fronteras3) para así evitar que la vulvovaginitis por C. glabrata, entidad no infrecuente, parezca una enfermedad huérfana.

Bibliografía
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