La imagen de portada corresponde quizás a una de las obras de arte más famosas del mundo, la Venus de Milo. Esta escultura actualmente en exhibición en el Museo del Louvre de París, fue descubierta en 1820 por el navegante francés Oliver Voutier en la isla griega de Melos, quien en una excursión arqueológica aficionada se cruzó con un campesino desenterrando trozos de piedra. Al profundizar la excavación aparecieron dos piezas principales de mármol y otras fragmentadas, que al unirlas dieron forma a la imagen de un torso femenino sin brazos. La noticia de este hallazgo rápidamente llegó a oídos de las autoridades regionales de la época, generando un cierto revuelo político que concluyó con la compra de las piezas por parte del Marqués de Rivière; embajador francés de la entonces Turquía Otomana como regalo para el monarca francés Luis XVIII quien luego la donaría al museo del Louvre1.
Un ícono de belleza clásica y femineidad de nuestra cultura occidental, esta obra de la Antigua Grecia fue esculpida durante el período Helenístico entre los años 150 a 50 AC se cree por el artista Alexandros de Antioch. Al parecer corresponde a una creación inspirada en la diosa griega del amor, fertilidad y belleza, Afrodita.
Algunos análisis anatómicos a través de los años han planteado la presencia de algunas asimetrías, principalmente de su rostro, diferencias de tamaño de sus extremidades y probables desviaciones de la columna. Debido a la naturalidad y movimiento que transmite la obra se piensa que la escultura fue tallada observando a una modelo en vida real. En 1886 el anatomista alemán Philipp Jakob Wilhelm von Henke de la Universidad de Tübingen describió una inclinación oblicua de la pelvis y diferencias en la longitud de las piernas de la Venus de Milo por lo que sugirió que quizás la modelo presentaba algún grado de cojera o deformidad de la columna2.
A pesar de ciertas especulaciones respecto a la presencia de anomalías anatómicas de la Venus de Milo, no ha sido posible demostrar su certeza y el hecho de presentar determinadas falencias respecto a posibles deformidades representa un giro en la concepción cultural de la belleza donde las imperfecciones son incorporadas como la esencia de su inmensa hermosura3.
En este número dedicado precisamente a Patología de Columna hemos escogido una visión posterior del torso descubierto de la Venus de Milo donde se destaca el encanto de la curvatura de su espalda.