Dar cuidados forma parte desde los orígenes de la civilización como una noción de supervivencia de los seres humanos, de la continuidad de la vida en grupo, de su desarrollo y mantenimiento 1.
Así mismo como la evolución de la Enfermería ha tenido varias etapas históricas: vocacional, técnica y profesional. Es así como la profesionalización del cuidado se inicia el siglo XIX, con Florence Nightingale y avanza gracias a teoristas como Virginia Henderson (1948), Hildegard Peplau (1952) y Vera Fray (1953), entre muchas otras, quienes permitieron construir la enfermería desde una base de conocimiento empírico y descriptivo hacia el desarrollo de una práctica reflexiva 2.
En Chile, la evolución profesional de la enfermería ha sido similar al resto de los países. Inicialmente las actividades de cuidado estaban en manos de curanderas o religiosas, cuyo sentido a la hora de proporcionar los cuidados, era no sólo ayudar, consolar y servir al prójimo, sino también encontrar a Dios. En 1902, se creó el primer curso para enfermeras, en el Hospital San Francisco de Borja, con un objetivo meramente vocacional; ya en 1906, se funda la primera Escuela de Enfermería de Sudamérica, en el Hospital Vicente Paul, bajo el nombre de Escuela de Enfermeras del Estado; y en 1927, se crea la Escuela de Enfermeras Sanitarias. La fusión de ambas originó la Escuela de Enfermería de la Universidad de Chile (1929), la que tras estar 15 años bajo la dirección de médicos, pasó a ser dirigida por enfermeras 3.
Posteriormente, nuevas contribuciones intelectuales han conducido a sustentar la legitimidad, autoridad y autonomía de la profesión, circunscritas en un marco ético-legal explícito y detallado, el cual invitamos a leer. Sin embargo, los avances tecnológicos, cambios sociales, contexto de multimorbilidad y complejidad, desafían a reconstruir una enfermería con pensamiento crítico, gestión colaborativa, autonomía y liderazgo. Esto requiere la búsqueda de nuevas estrategias en su práctica con los pacientes, familia y otros profesionales; lo que hace necesaria la creación de nuevos perfiles, especialización y cambios en el currículo. Por ejemplo, la Enfermería de Práctica Avanzada, existe en otros países como estrategia para mejorar resultados clínicos y eficiencia sanitaria, tema que se desarrollará en este número.
La enfermería está avanzando, pero este crecimiento debe ser sistemático y metódico, tal como lo hicieron nuestras predecesoras, siendo importante cultivar y potenciar la investigación e innovación. Por este motivo los invitamos a difundir y publicar sus trabajos originales en Revista Médica Clínica Las Condes, de alta visibilidad, cuyo objetivo es promover la transferencia de conocimiento para el logro de la excelencia de los cuidados, en pro de la calidad y la seguridad del paciente.
Este número dedicado a la enfermería, busca abrir la puerta de entrada de nuevos artículos clínicos de gestión e innovación; y pretende poner al día a nuestros lectores en diversos aspectos de esta disciplina. Los artículos publicados en esta edición, no han sido enfocados a temas específicos de la práctica clínica, sino a temas con una visión más holística y macro de la enfermería, como aspectos legales, educación, investigación, calidad del cuidado, integración de guías de buenas prácticas clínicas, como las Guías RNAO; otros temas de apoyo en la gestión, como los GRD, factores que inciden en la satisfacción y desempeño laboral de los profesionales de enfermería, como el proyecto Magnet y los profesionales Millennials. Por último y no menos importante el nuevo escenario sociodemográfico en Chile, que debe enfrentar el cuidado de la salud, de los pacientes y familias inmigrantes.
Finalmente, quisiera expresar nuestra gratitud a los autores, por su concienzudo trabajo y dedicación; a los revisores, que generosamente elaboraron constructivas sugerencias; y al Comité Editorial de la Revista Médica de Clínica Las Condes, que con su apoyo incondicional se ha publicado este número.
A todas estas personas, muchas gracias.