Nicolas Andry (1658-1742), médico francés, publicó su obra más famosa a los 83 años, apenas un año antes de su muerte: “Ortopedia (Orthopédie): o el Arte de corregir y prevenir deformidades en niños por métodos que pueden ser fácilmente aplicados por los mismos padres y los encargados de la educación de los niños”. Con leer el título del libro, queda de manifiesto la ausencia de métodos quirúgicos involucrados en la práctica de esta nueva disciplina. Se dice que Andry era un ferviente detractor de los métodos quirúrgicos.
Para entonces, la palabra Ortopedia era un neologismo, derivado del griego, Orthós: derecho, recto y Paideia: Educación del Paidos, Niño. Además, se entiende que se trata de una especialidad infantil, por lo que siendo redundante hablar de ortopedia pediátrica, el uso y la costumbre han validado el concepto que inspira el tema central de este número.
El árbol de Andry, símbolo de la ortopedia, consistente en un árbol torcido, atado con una fuerte cuerda a un poste rígido, fue creado por su colaborador e ilustrador de la obra, Antoine Humblot, quien se basó en alguno de los tratamientos mencionados en ese tratado.
Más de tres siglos después del nacimiento de la especialidad, los principios básicos se mantienen: prevenir y corregir las deformidades esqueléticas de los niños. Sin embargo, los métodos utilizados actualmente, ya no pueden ser “aplicados fácilmente por los mismos padres” y se necesitan médicos especialistas en Ortopedia y Traumatología, con subespecialidad en Ortopedia Pediátrica (ahora sí que vale la redundancia) para llevarlos a cabo. En nuestra subespecialidad, cobra todo su valor la famosa expresión “El niño no es un adulto en miniatura”. El aparato locomotor en desarrollo, presenta características biológicas y mecánicas muy diferentes a su contraparte adulta, por lo que está sujeto a enfermedades, tipos de fractura y mecanismos de reparación distintas.
En este volumen de la revista, queremos presentarles una selección de temas que constituyen motivos de consulta muy frecuente en nuestra práctica y que son de interés no sólo para el subespecialista, si no que también para pediatras, fisiatras, médicos generales y médicos en formación, y que son motivo también de consulta frecuente, tanto en la atención primaria de salud como en el ámbito hospitalario. A través de la lectura de los artículos el lector podrá conocer un poco más de cerca, el espectro de nuestra práctica cotidiana, y tendrá la oportunidad de poder identificar y aclarar aquellas condiciones que son normales para cada etapa de la infancia y adolescencia, de aquellas que requieren la atención del subespecialista para su diagnóstico y tratamiento.
Deseo agradecer a los autores por su valioso y generoso aporte a esta revista, a los revisores que, con su mirada crítica han contribuido a la calidad de los contenidos, y al Comité Editorial de Revista Médica Clínica Las Condes, que fue orientando y acompañando en la tarea de hacer realidad este número.
Finalmente, quisiera dedicar especialmente esta edición a mi mentor, colega, compañero y amigo, Dr. Roberto Raimann Ballas (QEPD), autor de uno de los artículos de esta edicion (Displasia de cadera en el lactante) y quien fue un gran impulsor del desarrollo de la subespecialidad no sólo en nuestro país, si no que en toda Latinoamérica. Sus enseñanzas, solidaridad y generosidad con sus alumnos y colegas, quedarán grabadas de manera pemanente en nuestros corazones. Su legado como ser humano, y como médico, vivirá por siempre en el recuerdo de sus queridos pacientes.