“No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños…” Anónimo. “En la medicina no cabe ni el orgullo ni la vanidad; porque siempre ante el enfermo, el médico sabe menos de lo que necesita saber”. Dr. Ernesto Prado Tagle. Dr. Ernesto Prado Tagle
Hay hombres que dejan huella y ésta es imperecedera. Y se recuerda al prócer que tanto bien ha hecho a favor de la humanidad. Sin embargo, también existen huellas que abandonan a los que las hicieron y siguen su camino sin la persona que las hizo. Y esas huellas, con el pasar de los años, se transforman en piernas reales llegando a crear otro cuerpo, independiente de su creador.
Y ¿que pasó con quién las hizo? Se pierde en el tiempo su recuerdo, a pesar de todos los esfuerzos hechos para preservarlo.
Así es la historia del Dr. Ernesto Prado Tagle, insigne médico, Profesor de la Universidad de Chile, maestro de varias generaciones de médicos, ciudadano ejemplar con gran responsabilidad cívica y reconocimiento de sus pares. Incluso hay una plaza en Malloco que lleva su nombre y una calle en la comuna de Providencia que lo ostenta también. Pero al preguntar a los médicos de las últimas generaciones de egresados, casi nadie sabe a ciencia cierta quién fue y, sin embargo, reconocen algunas de sus huellas, como la Sociedad de Gastroenterología de Chile.
Adentrémonos, pues, en este camino en reversa hacia nuestra propia historia, haciendo un viaje a las raíces de la medicina chilena actual.
PREFACIOAntes de encarar la historia como tal, creo necesario comentar algunas cosas que me han llamado la atención con respecto al Dr. Prado. Lo primero es que, al parecer, fue un hombre muy querido por un gran sector de la sociedad. No solamente por el ambiente médico. “Bondadoso”, “sonrisa acogedora”, “sabiduría”, “lealtad”, “rigor científico”, “intuición clínica” son adjetivos que se repiten en la mayoría de los escritos dedicados a su memoria. Se destaca además su “responsabilidad cívica” y su gran compromiso con el paciente. Hombres así son los que hicieron posible el desarrollo de la medicina chilena durante todo el siglo XX. Las ganas de saber y buscar de manera inexorable, rayando en lo obsesivo, las causas de las enfermedades usando la clínica y también lo que la tecnología les ofrecía, hizo posible grandes logros en una época en que la comunicación con el mundo exterior era muy difícil. Hoy en día esta obsesión por un objetivo tiene otro nombre, (“jugado”, “profesional”, “Loco”, “doctrina Bielsa”, etc.), sin embargo se destaca su importancia en el desarrollo de proyectos y especialmente en la consecución de los objetivos propuestos. El Dr. Prado mostró con su vida y especialmente con sus logros, que una parte muy importante de ser inteligente, es ser diligente. Es también destacable lo importante que fue el aspecto íntimo y su empatía con los pacientes. Se habla de su humanidad, de su cariño hacia los que trató y muchos otros epítetos. Siendo realistas, sabemos que no todos los hombres son santos, pero el cariño que le han mostrado sus alumnos y conocidos, incitan a pensar que tal vez estas alusiones son más que buenas palabras.
Finalmente me impresionó lo poco que sabemos de él. Ha sido muy difícil encontrar registros de su vida, familiares, biografías que hagan referencia a su persona y familia. Lo que me lleva a pensar en la importancia de revisar nuestras raíces para encarar el futuro. Un árbol que tenga sus raíces sanas puede crecer firmemente. Pero aquel que las tiene muy pequeñas, aunque el crecimiento sea rápido, corre el riesgo de caerse en su plenitud. Y el Dr. Ernesto Prado Tagle es una raíz saludable para nuestro árbol de la medicina nacional.
LOS PRIMEROS AÑOSDon Ernesto Prado Tagle nació en Santiago en 1885. Su padre, Germán Prado Marín, era comerciante. El contacto con la medicina tenía raíces familiares, ya que dos tíos, por el lado paterno, eran médicos. Uno de ellos, Absalón Prado Marín, tuvo una destacada participación en la Guerra del Pacífico dirigiendo el 3° de Ambulancia y participando en las batallas de Chorrillos y Miraflores en enero de 1881 y además era el director del Hospital San Vicente de Paul, que fue el primer campo clínico de la carrera de medicina impartida en la Universidad de Chile.
En algunas de las pocas publicaciones que hacen referencia a su vida escolar se cuenta que cursó las “Humanidades” (corresponde a cursar 7° y 8° básicos más todos los cursos de enseñanza media) en el Instituto Nacional. Durante este período de su vida se acercó mucho a su tío Absalón y lo habría acompañado en las visitas a los enfermos desde muy pequeño y probablemente a otras actividades relacionadas con la salud. Es más, cuentan que desde muy joven se escapaba a los patios de este hospital para pensar y a veces solo a pasar el rato. Desde este punto de vista, el seguir en el hospital fue llegar a un lugar en cierto sentido ya conocido. Su relación con el Dr. Absalón Prado lo marcó cuando tuvo que elegir qué hacer con su vida. Y eligió seguir la carrera de Medicina, comenzando sus estudios en 1901.
EN LA ESCUELA DE MEDICINAYa en esos años, los primeros del siglo XX, los adelantos en toda las áreas del conocimiento estaban haciendo del mundo un lugar más pequeño y más seguro. Prado Tagle, desde sus años de estudiante de medicina mostró interés por la aplicación de estos adelantos a la medicina. Es por ello que forma, junto a compañeros de universidad, un grupo denominado “La joven Turquía” (las razones de este nombre no son conocidas aún) “…cuyo ideal era traer el adelanto en todas las actividades que la patria requería”.
Además de interesarse por los temas académicos y tecnológicos, Prado Tagle también tuvo un gran interés por el aspecto social de la medicina. Según los artículos que hacen referencia a sus cualidades personales, es probable que también durante su período estudiantil haya sido un líder entre sus compañeros.
Egresó de medicina el año 1908. Su memoria titulada “Estudio citológico del líquido ascítico” orientaba hacia donde estaban inclinados sus intereses. Creo que es necesario explicar esta expresión. Desde sus años escolares el Dr. Prado se interesó por saber la razón última de las cosas. A medida que fue avanzando en su educación y durante su formación como médico, sintió especial atracción por la investigación, especialmente los trabajos experimentales desarrollados en los laboratorios.
EL MÉDICO PATÓLOGOParalelamente a estos acontecimientos llegó en 1908 a Chile el Dr. Max Westenhoefer Knell (1871-1957), contratado por el ministro representante de Chile en Alemania, don Augusto Matte.
En esta primera estadía en Chile pone las bases del desarrollo de la Anatomía Patológica y forma a sus discípulos en la sed de conocimientos exactos sobre las causas y consecuencias de los procesos patológicos que experimentan los individuos. Hasta antes de su llegada al país, los médicos realizaban discusiones de sus casos, planteando teorías sobre especulaciones semiológicas que no siempre eran corroboradas científicamente. Entre los alumnos que se entusiasmaron con esta manera de ver la medicina estaba el recién egresado Dr. Prado Tagle. El Dr. Westenhoefer lo contrató como ayudante para las cátedras de Patología general y Anatomía patológica. Con su entusiasmo característico, Prado Tagle se abocó a esta tarea ya que vio la manera de hacer una medicina moderna y con sólidas bases científicas, sin desdeñar la clínica, sino como una manera de confirmar lo que veía en los pacientes y sacar enseñanzas que se pudieran aplicar a una práctica más racional y segura. Acompañó a su maestro en viajes que realizó por Chile para conocer la realidad de nuestro país, tanto de sus patologías como de sus condiciones sociales y económicas.
Ya ejerciendo de médico, estando totalmente identificado con la manera de trabajar de su maestro, dedicó todo su tiempo al trabajo en patología.
Mientras tanto, Chile luchaba por ser un país moderno. Una de las cosas que nos mantenía atrasados era la mala salud de nuestra población. Era un tema social. Cabe destacar, entre otros ejemplos, que entre 1910 y 1923 hubo epidemias de viruela cada tres o cuatro años, siendo devastadoras en la población nacional, especialmente en aquellos de pocos recursos. El Dr. Prado trabajó con ahínco en la epidemia de viruela de 1910, cosa que fue recordada como ejemplo de dedicación hacia sus pacientes, incluso 40 años después. La viruela sería declarada erradicada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) recién en 1980. Debido al poco apoyo recibido por sus pares y autoridades universitarias, asociadas a las frecuentes luchas por mantener su punto de vista, el Dr. Westenhoefer renunció a su cargo como profesor de patología en la Universidad de Chile y regresó a Alemania en 1911.
EL ESTUDIANTE PERENNEEse mismo año el Dr. Prado inició un viaje de estudios a Europa junto a tres de sus compañeros de curso: Arturo Mardones, Carlos Mönckeberg y Luis Prunés. Todos ellos ejercerían una gran influencia en el desarrollo de la medicina chilena. Mardones en dietética y nutrición, Mönckeberg en obstetricia y Prunés en dermatología. Fue un viaje casi exclusivamente dedicado al estudio y al contacto con los últimos avances en las distintas áreas del conocimiento científico, realizado con escasos recursos. Sin embargo le permitió conocer la rigurosa forma de trabajar que hace avanzar el conocimiento basado en el método científico. Estuvo en Alemania en los servicios de eminentes médicos (Krauss, Goldscheider, Bickel y Orth), en los que la fisiopatología, patología y anatomía patológica jugaban un rol fundamental en el estudio de la clínica, lo que dejó una profunda huella en su ejercicio posterior. En Francia estuvo también en los servicios y laboratorios de profesores como Widal, Mathieu, Roux y Váquez. Estudió además de patología, gastroenterología, área que sería uno de sus principales intereses y que sería un gran aporte a la medicina chilena.
A su vuelta a Chile, en 1914, antes de que estallara la Gran Guerra, llegó con una concepción distinta de la medicina que se ejercía en el país. Buscaba una medicina más moderna, profesional y responsable, en la que las decisiones terapéuticas debían estar firmemente basadas en el conocimiento científico riguroso. Una de las tareas que se impuso, de manera casi obsesiva, fue asentar la clínica en la fisiopatología y en la anatomía patológica.
PATRIA NUEVANuevamente en su país retomó la práctica de la medicina privada y como docente en la Universidad de Chile. Instala un laboratorio bioquímico para exámenes y de patología. Además ingresa a la cátedra de Anatomía Patológica del Profesor Aureliano Oyarzún en calidad de ayudante. Paralelamente a su actividad privada, recibió en su laboratorio a muchos tesistas que vieron en él a un tutor con sólidos conocimientos y generoso con ellos.
Cuando el Profesor Oyarzún renunció, en 1918, propuso al Dr. Ernesto Prado Tagle como su sucesor. Sin embargo, la facultad eligió a otro gran médico para el cargo, el Dr. Emilio Croizet. Este eminente médico, con estudios en patología en Europa y con una gran dedicación a la docencia, tomó a su cargo esta cátedra. De más está decir que significó un duro golpe para el Dr. Prado.
EL MÉDICO INTERNISTASin embargo, pronto se sobrepuso e ingresó como agregado a la Clínica del Profesor Daniel García Guerrero. En esa cátedra comenzó a desarrollarse, siendo nombrado ayudante y posteriormente, en 1922, Jefe de Clínica: un Jefe de Clínica era el médico que en la práctica era responsable del funcionamiento administrativo y clínico de los médicos que trabajaban en ella así como de la evolución de los pacientes. Salta a la vista que no era fácil llevar este cargo a buen puerto y que se necesitaba, además de conocimientos médicos y administrativos, una gran dosis de sentido común y carisma. Ambos atributos estaban presentes en Prado Tagle.
Además de hacer labor clínica y administrativa, el Dr. Prado siguió desarrollando sus proyectos de investigación. Así, en 1922 presentó su tesis para optar al grado de Profesor Extraordinario de la Cátedra de Clínica Médica. Su tesis fue aceptada y fue nombrado Profesor extraordinario ese mismo año.
Uno de sus más reconocidos aportes a la docencia y al desarrollo de una medicina chilena de excelencia fue la incorporación a la actividad médica de las Reuniones Clínicas. Hasta antes de su intervención, los médicos veían a sus pacientes de manera individual. Los casos se discutían, es cierto, pero nunca de manera pública y solamente durante las visitas que realizaba a las salas de pacientes el jefe de clínica o el Profesor. La aplicación de esta metodología, que era utilizada en Europa, significaba discutir ideas, actualizar conocimientos, conocer triunfos y derrotas en la lucha contra la enfermedad con una base científica. Tanto clínicos como patólogos se encontraban en estas reuniones, lo que le daba a la discusión generada unas bases sólidas en la que asentarse: el método científico y el paciente.
Luego de convencer al Profesor García Guerrero de la utilidad de estas reuniones, fueron una marca que destacó a la cátedra de Clínica Médica y favoreció un ambiente estimulante aunando lo docente con lo asistencial. Incluso ayudó a corregir errores de diagnóstico y a generar nuevas ideas merecedoras de investigación más profunda y experimentación.
En 1924, por elección de la Facultad de Medicina, el Dr. Prado Tagle fue nombrado Profesor Ordinario de Clínica Médica, en reemplazo de Profesor García Guerrero, que se acogió a retiro. Al momento de hacerse cargo de la cátedra el Dr. Prado tenía como ayudantes a médicos que destacarían a nivel nacional y que lo ayudarían a convertir a su cátedra en el centro médico más importante del país en esos años. Entre ellos estaban el Dr. Arturo Mardones como jefe de clínica junto a Ramón Vicuña, Aníbal Ariztía, Hernán Alessandri, Alejandro Olivares, Oscar Meléndez y Fernando Casasbellas.
Desde 1928 y junto al Dr. Mardones inició las gestiones para traer de vuelta al Dr. Max Westenhoefer, cosa que se pudo concretar en 1930, recibiendo esta vez el apoyo tanto oficial como universitario que no tuvo en su primera visita a Chile. Gracias a eso, el Dr. Westenhoefer organizó un programa de formación de patólogos de primer nivel, lo que llevó al desarrollo de esta especialidad y la formación de servicios de Anatomía Patológica en los principales hospitales nacionales.
En 1937 el Dr. Prado Tagle emprende un nuevo viaje a Europa. Esta vez a un congreso internacional de medicina en París. En este congreso se realizaron reuniones de las distintas subespecialidades de la Medicina que se estaban desarrollando. En el congreso de Transfusión Sanguínea (probablemente hoy sería Hematología) presentó un trabajo de su experiencia de 10 años con pacientes transfundidos. En el congreso de Gastroenterología presento el tema “Oclusiones agudas y crónicas del intestino delgado”. En la Sociedad de Gastroenterología de París presentó, como miembro titular, el tema “La colitis ulcerosa no tuberculosa” y en Vichy presentó el tema “Insuficiencia Hepática”.
A su regreso funda la Sociedad Chilena de Gastroenterología, que se oficializa el 6 de junio de 1938, de la que fue su primer presidente.
En esta área cabe destacar que introdujo nuevos procedimientos de investigación y exámenes clínicos como la endoscopia del aparato digestivo, gastroscopia, laparoscopia y rectoscopia. También participaría en la fundación de la Sociedad de Hematología y Transfusión sanguínea y crearía el primer servicio de transfusión sanguínea del país, en el Hospital San Vicente de Paul, con su respectivo banco de sangre.
Fundó también una publicación que reflejaba su quehacer médico-docente, los Archivos de la Clínica Médica, en la que se publicaban artículos médicos hechos por sus colaboradores y por él mismo, además de darse a conocer trabajos médicos de la literatura mundial. Se editó por 25 años.
El Dr. Prado Tagle fue Profesor de la cátedra de Clínica Médica por 26 años, desde 1924 hasta 1950.
En febrero de 1950, estando en Puyehue, reconoció en sí mismo algunos síntomas de una enfermedad. Volvió a Santiago para estudiarse y tuvo una reunión clínica con sus ayudantes para estudiar su propio caso. Al final de ésta, y para certificar su diagnóstico, se sometió a una laparotomía exploradora realizada por un cirujano de su confianza. Falleció de una complicación post operatoria la tarde del 19 de abril de 1950.
Y así terminó su vida, tal como él hubiera querido. Siempre tratando de alcanzar el conocimiento, incluso con él mismo y luego de una reunión clínica para discutir y decidir la mejor opción a seguir con su enfermedad, de manera racional y científica.
Si hay algo que define al Dr. Prado Tagle es la palabra entusiasmo. Esa fue su fuerza motriz, las ganas de aprender e innovar, junto con el asentamiento, casi obsesivo, del método científico en todo su quehacer. Hombres así son los que deben ser recordados y sus huellas conservadas para plantar las raíces de nuestro futuro. Huellas profundas y sólidas, como nos merecemos.
Referencias no citadasPoema No te detengas de autor anónimo, aunque erróneamente atribuido a Walt Whitman. Al parecer se basa en la película “La sociedad de los poetas muertos” de 1989, dirigida por Peter Weir (http://www.imdb.com/title/tt0097165/fullcredits/).