El riesgo de provocar morbilidad incapacitante y permanente en el paciente neuroquirúrgico ha sido el motor del desarrollo de la imagenología actual. Además de la adquisición de imágenes anatómicas muy detalladas, hoy se puede tener información funcional para cada paciente individual y utilizarla para la planificación del abordaje quirúrgico. La integración de esta información y su utilización racional en un sistema de despliegue tridimensional es el objetivo final de todo el estudio preoperatorio del paciente. La capacidad que tenga el neurocirujano de evaluar esta información antes y durante el acto quirúrgico son determinantes en el resultado. Se analizan la integración de imágenes derivadas de la TAC, RM funcional, anatómica y tractografía en la evaluación preoperatoria.
A pesar de que la tecnología está ampliamente disponible y al alcance, el conocimiento sobre su empleo correcto para el manejo rutinario no siempre está presente. Actualmente la mayoría de los clínicos deben revisar interminables secuencias de cortes para efectuar una reconstrucción mental del problema del paciente, y con esta información enfrentar el caso. El desafío educacional actual es incorporar el manejo de esta tecnología en la práctica clínica rutinaria, para construir una memoria organizacional que sea capaz de mantener el ritmo de avance que cada vez parece más acelerado.