Antecedentes y objetivos. El objetivo de este estudio fue comparar los efectos in vivo de una dieta rica en aceite virgen de oliva con los de una dieta rica en aceite de girasol, sobre el perfil lipídico y la susceptibilidad de la lipoproteína de baja densidad (LDL) a modificación oxidativa, en pacientes varones ambulatorios españoles con enfermedad vascular periférica.
Métodos. Un total de 20 varones españoles a los que se había diagnosticado enfermedad vascular periférica se dividieron aleatoriamente en 2 grupos (n = 10) y recibieron 2 suplementos distintos, aceite de oliva virgen y aceite de girasol, durante 4 meses.
Resultados. Quedó demostrada la adaptación de los pacientes a los suplementos experimentales, puesto que el plasma y la composición de los ácidos grasos LDL reflejaron ácidos grasos procedentes de la dieta. No se constataron diferencias entre los grupos de pacientes en cuanto a triglicéridos, colesterol total, colesterol unido a LDL (cLDL) y colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad (cHDL). Se observó una susceptibilidad de la LDL a la oxidación significativamente mayor tras la ingesta de aceite de girasol que tras el consumo de aceite de oliva, a pesar de un aumento de la concentración de alfa-tocoferol LDL en el grupo que tomó aceite de girasol.
Conclusiones. Los resultados del estudio aportan pruebas de que una dieta enriquecida con aceite de girasol no protege la LDL frente a la oxidación tanto como el consumo de aceite de oliva en pacientes con enfermedad vascular periférica.
COMENTARIO
La incidencia de enfermedades cardiovasculares se relaciona estrechamente con la alimentación, principalmente con la composición grasa. Está bien establecido que la sustitución de la grasa saturada de la alimentación por grasa monoinsaturada o por grasa poliinsaturada puede disminuir de forma significativa los valores plasmáticos de colesterol total y de cLDL, contribuyendo de esa manera a disminuir el riesgo cardiovascular. Por otro lado, existen evidencias de que las LDL pueden sufrir modificaciones oxidativas in vivo, hecho que puede ser crítico en el inicio y en la evolución de la arteriosclerosis. Además el tipo de grasa puede modular la oxidabilidad de las LDL, ya que el enriquecimiento con ácidos grasos omega-6 la aumenta, mientras que se reduce con los monoinsaturados1,2. Con estos argumentos, Aguilera et al, han desarrollado un trabajo de intervención dietética en pacientes con arteriopatía periférica para conocer si se produce un mayor beneficio sobre los lípidos plasmáticos y sobre la oxidabilidad de las LDL en ellos tras la ingesta de una dieta rica en aceite de oliva virgen en comparación con la ingesta de una dieta rica en aceite de girasol. A la vista de los resultados que han obtenido, hay que hacer varias consideraciones.
En primer lugar, llama sobremanera la atención los resultados del perfil lipídico obtenidos tras los períodos de dieta, objetivo principal del estudio, ya que tras el período de aceite de oliva virgen, se obtienen mayores valores de cLDL al final del mismo (170 mg/dl frente al basal 148 mg/dl) y menores de cHDL (46,8 mg/dl al final frente al basal 54 mg/dl), sin correspondencia con los valores de apo AI (153 mg/dl al final frente a 130 mg/dl del basal), respecto al final de la dieta rica en aceite de girasol (LDL 147 mg/dl, HDL 46 mg/dl y apo AI 144 mg/dl). Los autores no dan una explicación lógica a estos resultados y son numerosas las evidencias, en estudios de intervención controlados ya clásicos, donde se demuestra que la sustitución en una alimentación de la grasa saturada por grasa monoinsaturada reduce el cLDL pero sin influir de forma negativa sobre el cHDL3. Probablemente el resultado obtenido se haya debido al diseño utilizado para el estudio, donde no se ha incluido ninguna dieta de homogenización previa y se ha seguido un diseño paralelo, en vez del clásico diseño aleatorizado y cruzado. Además, se han utilizado como fuentes suplementarias para administrar los alimentos del estudio, preparados lácteos en polvo para disolución, cuando lo verdaderamente trascendente desde el punto de vista clínico práctico hubiera sido utilizar aceites comerciales como fuente de una y otra grasa y poder reproducir la situación real de los pacientes, para poder extraer conclusiones de aplicabilidad práctica.
En relación con los resultados secundarios del trabajo sobre la oxidación de las LDL, queda de manifiesto una vez más, lo que comentábamos al principio, la grasa poliinsaturada omega 6 (ácido linoleico), cuya fuente de administración principal en este estudio ha sido el aceite de girasol, induce una mayor susceptibilidad a la oxidación en las LDL, mientras que la grasa monoinsaturada del aceite de oliva virgen protege a las LDL de esta oxidación. El mecanismo intrínseco de por qué esto es así no es del todo conocido, aunque se postula que este efecto no sólo es dependiente de la mayor cantidad de monoinsaturados presentes en las LDL, sino que otros componentes predominantes en el aceite de oliva virgen, como los polifenoles o la misma vitamina E, pueden favorecer este efecto. En este sentido, recientes aportaciones han redundado en esta afirmación sobre el efecto antioxidante del aceite de oliva virgen4,5.
En resumen, los resultados de este trabajo vienen a resaltar el papel protagonista que en la alimentación mediterránea tiene el aceite de oliva virgen, cuyo conjunto de efectos saludables sobre el riesgo cardiovascular van más allá de su conocido efecto sobre el colesterol.