Objetivos: La afectación mitroaórtica y de la fibrosa intervalvular mitroaórtica en casos de endocarditis infecciosa (EI) puede requerir la llamada operación Commando. Esta consiste en la intervención sobre las dos válvulas izquierdas, resección y reconstrucción de la unión mitroaórtica (en ocasiones se precisa la sustitución de la raíz aórtica y/o la reconstrucción parietal cardiaca). Es esperable que los pacientes que presentan tal daño estructural fallezcan durante el curso del ingreso si no se someten a dicho procedimiento. En algunos centros estos pacientes son catalogados como inoperables en base a una anatomía quirúrgica muy adversa. Existen pocas series, y de pequeño tamaño, en la literatura en el ámbito concreto de la EI y el uso de esta operación. La mortalidad reportada por los grupos de referencia se sitúa entre el 23–32%.
Métodos: Revisión retrospectiva de 16 pacientes desde Julio de 2014 hasta agosto de 2018 en los que se realizó recambio valvular mitroaórtico con reconstrucción de la unión mitroaórtica por EI aguda. El abordaje quirúrgico se realizó a partir de una aortotomía que se extiende a través del anillo aórtico hacía la fibrosa intervalvular continuando con la apertura del techo auricular izquierdo (+/− septo interatrial y aspecto medial del atrio derecho).
Resultados: Las principales características se describen en la Tabla. Doce pacientes se encontraban en clase NYHA III/IV (75%). Cuatro pacientes (25%) se operaron en shock cardiogénico y 4 presentaron embolismo cerebral previo. El EuroScore II medio fue de 36,26 +/− 22,32. La mortalidad intrahospitalaria o a 30 días fue de 1/16 (6,25%). Se trató de endocarditis protésica en el 50% de los pacientes. Los estafilococos fueron los microorganismos causales más frecuentes (43,75%). En el 56,25% de los casos se observó la presencia de absceso y en 18,75% se observó la presencia de fístula aortocavitaria. En la mayor parte de casos (87,5%) se empleó pericardio bovino para la reconstrucción de la fibrosa intervalvular. Ningún paciente requirió revisión quirúrgica por sangrado, sin embargo, en dos casos (12,5%) se requirió drenaje pericárdico por taponamiento cardíaco diferido. La aparición de infarto miocárdico, ictus invalidante o la necesidad de diálisis permanente fue de 6,25%, 0% y de 6,25%, respectivamente. La estancia media en UCI fue de 10 días. El tiempo medio de seguimiento fue de 22 meses. Un paciente con múltiples comorbilidades falleció a los 9 meses del alta (sin evidencia de complicaciones relacionadas con el procedimiento o recidiva). El 100% de los pacientes presentaron clase NYHA I-II en el último control clínico. Ningún paciente requirió reoperación para reparación de defecto intracardiaco y no han presentado recidivas ni reinfecciones en el último seguimiento.
Conclusiones: La operación Commando, de alta complejidad, ofrece la posibilidad de supervivencia a pacientes con EI muy compleja que sólo (alternativamente) con un trasplante cardiaco podrían hacerlo. La calidad de vida puede reestablecerse y es una opción duradera. No hemos observado recidivas con esta opción quirúrgica agresiva ni miss match protésico. La supervivencia observada ha sido excelente teniendo en cuenta la evolución esperable de estos pacientes sin cirugía y la mortalidad de otras series publicadas.