Al terminar de leer el artículo especial «Formas de hacer ciencia» de los autores García-Rivero y González-Argote1 publicado en Educación Médica, inmediatamente me dispuse a escribir esta carta al director, motivado al ver reflejado en él mi experiencia como becario de la cuarta edición de la Beca de Investigación «Henrich Quincke».
En primer lugar, felicito a los autores por lograr abordar, a través del ejemplo de esta beca de investigación, una cuestión polémica e importante: las formas de hacer ciencia. Temática que se hace más compleja aún si los sujetos son estudiantes de medicina y el escenario es Cuba.
A pesar de que constituye una prioridad para nuestro país formar graduados en ciencias de la salud con competencias en investigación, la realidad es que no se alcanza una maduración del estudiante de medicina en estos aspectos mediante las asignaturas del plan de estudios cubano; motivo por el que la actividad científica extracurricular juega un papel fundamental en la formación del futuro médico2.
La tendencia es limitarse a la investigación en las Jornadas Científicas Estudiantiles; pero esta osada iniciativa del Dr. C. Alberto Juán Dorta Contreras, que ha crecido durante 4 años en calidad científica, en convocatoria y en el alcance de sus resultados, demuestra que siempre se puede hacer más.
El hecho de que más de 50 estudiantes de todo el país, hayan enviado su solicitud en respuesta a la convocatoria de la cuarta edición de la beca, señala que existe un grupo de jóvenes que después de un largo año de intenso estudio, exámenes y guardias médicas se «arriesgan» a ser seleccionados como becarios y a «sacrificar» una semana de sus vacaciones para «crecer» al lado de científicos. El extraordinario interés y motivación manifestada por mis compañeros durante esa semana me lleva a pensar que existe un número significativo de estudiantes que también están hambrientos de más conocimiento, y dispuestos a prestar su atención a quién decida apostar un poco de su tiempo en las nuevas generaciones.
Hasta donde conozco, no existen otros cursos de investigación en verano centrados en los estudiantes de medicina de alcance nacional similares a la Beca Quincke. Paradójicamente el potencial científico que poseen las Universidades de Ciencias Médicas de Cuba es inmenso, y los centros de investigación, si bien son más numerosos en La Habana, existen en todas las provincias.
Junto con las categorías docentes y científicas que adquieren por sus méritos los profesionales del Sistema Nacional de Salud cubano, va implícita la responsabilidad de trasmitir a los más jóvenes las experiencias aprendidas; sin embargo, la práctica ha demostrado que no siempre esto se cumple, y que los títulos, en ocasiones, constituyen barreras infranqueables entre estudiantes de pregrado y profesores.
Si contamos con el personal cualificado, los centros de investigación y los estudiantes interesados, ¿por qué no disponemos de más becas de investigación para los estudiantes de medicina en Cuba?
Considero que el mayor impacto que esta beca pudiera tener consistiría en la propagación de esta novedosa forma de trasmitir enseñanza de la investigación científica a todos los profesionales y centros de Educación Médica Superior de Cuba, lo que sin lugar a dudas repercutiría favorablemente en los estudiantes de las ciencias médicas.
Si bien la beca adopta el nombre del ilustre investigador Henrich Quincke, a él hacen honor los profesores que la hacen posible. Para ellos el reconocimiento de los estudiantes que hemos aprendido bajo su tutela.
FinanciaciónEsta investigación no tuvo fuentes de financiación.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.