La pandemia de la COVID-19 ha generado un cambio en la economía mundial, en las relaciones socio-culturales y en los sistemas educacionales de todos los niveles, debido a la alta tasa de propagación del virus. Las medidas tomadas han incluido el distanciamiento social con el fin evitar las aglomeraciones.
En este contexto, los estudiantes de pregrado y posgrado han adoptado una actitud decisiva, como ha quedado descrito en los artículos «Rol del estudiante de ciencias médicas frente a la COVID-19: el ejemplo de Cuba»1 y «Médicos residentes cubanos durante la COVID-19»2.
La respuesta de las facultades de medicina en esta etapa se ha materializado en 3 grandes estrategias: la suspensión de las actividades presenciales y el mantenimiento de la docencia a través de procesos de virtualización; la modificación del currículo y de las actividades de los estudiantes.
La transformación de los sistemas educacionales y la incorporación de técnicas y recursos que permitan una mayor versatilidad, sin necesidad de estar anclados en un sistema carente de tecnología debe ser prioridad. Asimismo, es preciso continuar con la extensión de recursos accesibles a los estudiantes y la constante actualización de los docentes.
A pesar de que el uso del teléfono móvil como herramienta de aprendizaje no está muy extendido en el país, la cantidad cada vez más creciente de educandos con este tipo de tecnología representa una oportunidad significativa para aprovecharla con un propósito educativo. Su uso es muy prometedor, no solo en la enseñanza no presencial, sino también en la presencial3.
Sobre los métodos convencionales tenemos una base teórica razonable y una experiencia larga y variada; pero sobre los métodos a distancia tenemos una base teórica menor, y una escasa experiencia acumulada. Nuestra preparación para una educación médica de futuro es claramente insuficiente4.
FinanciaciónEste trabajo no ha recibido ningún tipo de financiación.