Mujer de 17 años que consulta por dorsalgia de características mecánicas y cronología imprecisa, que empeora con los ejercicios de las clases de gimnasia y mejora con el reposo. A la exploración destaca dolor a la palpación de apófisis espinosas dorsales medias y de la musculatura paradorsal, sin presencia de escoliosis ni cifosis. Se aconseja reposo deportivo y tanda de naproxeno junto con radiografía de columna dorsal. En la proyección de perfil se visualizan unas imágenes de seudofractura en el borde anteroinferior de 2 cuerpos vertebrales, compatibles con vértebras limbus D7 y D9 según informe del radiólogo (fig. 1). Por persistencia de la dorsalgia acudió a urgencias hospitalarias donde aconsejaron realizar más estudios diagnósticos, tipo resonancia magnética (RM). Mientras tanto derivamos a la paciente a rehabilitación, para fisioterapia postural, con mejoría sintomática. Al cabo de 4 meses acudió con la RM de columna dorsal (fig. 2), que informaba de «Irregularidad de plataformas somáticas D4-D8 y pérdida de altura de espacios interdiscales, sin acuñamiento ni herniaciones discales, en relación a cierto grado de enfermedad de Scheuermann, aunque sin cifosis significativa».
Radiografía de columna dorsal, proyección de perfil: imágenes de densidad ósea, tamaño pequeño, forma redondeada-triangular y bordes bien definidos a nivel del ángulo anteroinferior de 2 vértebras dorsales no consecutivas, la D7 y la D9, correspondientes a vértebras limbus (destacadas con una flecha).
Resonancia magnética de columna dorsal: irregularidades en las plataformas somáticas con hernias de Schmorl que improntan en la base de algunos cuerpos vertebrales (D6 y D8) e imágenes de seudofracturas límbicas en el borde anteroinferior en D7 y D9 correspondientes a vértebras limbus (destacadas con un círculo).
La vértebra limbus (VL) es un hallazgo radiológico definido por la presencia de un osículo adyacente al borde de un cuerpo vertebral; se trata de un fragmento o islote óseo de pequeño tamaño, forma triangular y bordes escleróticos bien definidos. Se considera que es consecuencia de una herniación intraósea —a nivel periférico, lateral— del núcleo pulposo del disco intervertebral a través del centro de osificación vertebral durante la infancia o preadolescencia; cuando la herniación intraósea del material discal es de localización más central —hacia el interior del cuerpo vertebral— origina la hernia de Schmorl, bastante más conocida y estudiada.
Suele ser univertebral y la localización más frecuente es la región lumbar —seguida de la cervical— a nivel de los márgenes vertebrales anteriores, sobre todo del anterosuperior. Por el contrario, la afectación dorsal, bivertebral y anteroinferior —como la detectada en el caso expuesto— es la menos descrita en la exigua bibliografía sobre esta anomalía ósea1–6. Respecto a la VL anterior, o bien es asintomática y se encuentra como hallazgo radiológico casual1 o bien cursa como dorsolumbalgia mecánica en adolescentes y adultos jóvenes3. En las VL de localización posterior —mucho menos frecuentes— las repercusiones clínicas y funcionales pueden ser mayores si el osículo origina compresión radicular, llegando a requerir en algunos casos de intervención quirúrgica.
La imagen radiológica es tan característica que suele bastar para hacer el diagnóstico. Sin embargo, en ocasiones los bordes del islote óseo son irregulares y poco definidos simulando un proceso destructivo por tumor primario o metastásico; en estos casos la tomografía computarizada sería la prueba de elección, aunque se prefiere la RM por su baja irradiación y mejor definición de tejidos blandos. Otros diagnósticos diferenciales a tener en cuenta son: fractura límbica, espondiloartropatías inflamatorias y espondilodiscitis infecciosas (bacteriana, tuberculosa o mal de Pott, brucelosa con su signo de Pedro Pons). En la mayor parte de los casos no es preciso ningún tratamiento específico, salvo el sintomático en fases agudas de dolor (antiinflamatorios no esteroideos, analgésicos, miorrelajantes) y fisioterapia-rehabilitación en fase crónica.
Creemos interesante conocer esta anomalía para tranquilizar al paciente y para evitar derivaciones, pruebas complementarias o terapias innecesarias. Asimismo, concluir que nos parece prudente realizar seguimiento clínico-radiológico en los pacientes no adultos con VL por la posibilidad de evolución posterior a hernias de Schmorl6, que si son múltiples y con acuñamiento vertebral anterior pueden provocar cifosis dorsal (entonces sí que hablaríamos de enfermedad de Scheuermann).