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Vol. 35. Núm. 7.
Páginas 470-478 (septiembre 2020)
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Vol. 35. Núm. 7.
Páginas 470-478 (septiembre 2020)
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Diferencias de género en la calidad de vida a largo plazo tras un ictus: influencia del estado funcional y el estado de ánimo
Sex differences in long-term quality of life after stroke: Influence of mood and functional status
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5808
F. López Espuelaa,
Autor para correspondencia
fidel.lopez.es@gmail.com

Autor para correspondencia.
, J.C. Portilla Cuencab, C. Leno Díaza, J.M. Párraga Sánchezc, G. Gamez-Leyvab, I. Casado Naranjob
a Departamento de Enfermería, Facultad de Enfermería y Terapia Ocupacional, Universidad de Extremadura, Cáceres, España
b Departamento de Neurología, Hospital San Pedro de Alcántara, Cáceres, España
c Servicio de Urgencias, Hospital Virgen del Puerto, Plasencia, España
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Estadísticas
Figuras (1)
Tablas (5)
Tabla 1. Características sociodemográficas
Tabla 2. Factores de riesgo
Tabla 3. Cuestionario de calidad de vida EuroQol-5D: distribución por sexos
Tabla 4. Diferencias de sexo para las dimensiones de la calidad de vida (cuestionario EQ-5D) según el estado de ánimo. Calculo de los odds ratio
Tabla 5. Modelo de predicción de calidad de vida
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Resumen
Objetivos

Valorar la calidad de vida (CV) a largo plazo en pacientes que presentaron un ictus y analizar si existen diferencias entre sexos.

Métodos

Estudio descriptivo, observacional, transversal. El estudio fue aprobado por el Comité Ético. Se recogieron datos sociodemográficos, factores de riesgo, datos sobre la CV, el estado de ánimo y el estado funcional mediante escalas validadas.

Resultados

La muestra final obtenida fue de 124 pacientes. La edad media fue 71,30 años (DE: 11,99). En el estudio de la CV, las dimensiones que presentaron más problemas en el cuestionario EuroQol-5D fueron las de ansiedad/depresión (66,7%) y dolor/malestar (62,2%). Hubo diferencias significativas entre mujeres y hombres en las dimensiones movilidad y actividades cotidianas (p=0,016 y p=0,005). Y en el índice de salud del EQ-5D, también fue peor el resultado en mujeres que en hombres (0,45±0,45 vs. 0,65±0,38; p=0,013). La CV se relacionó con la dependencia en las actividades básicas de la vida diaria (r=0,326; p=0,001) y con el estado de ánimo deprimido (r=−0,514; p<0,0001). El modelo de predicción, para el índice del cuestionario de CV EQ-5D, estableció que el 72% de la puntuación obtenida en la CV estaría explicada por el estado funcional, la dependencia en las actividades de la vida diaria y el estado de ánimo, mientras que el estar casado aparece como factor protector.

Conclusión

La CV de los supervivientes a un ictus está afectada negativamente a largo plazo. Son las mujeres las que manifiestan una CV peor, sobre todo en las dimensiones de movilidad y actividades cotidianas.

Palabras clave:
Ictus
Calidad de vida
Dependencia
Estado de ánimo
Abstract
Objective

To evaluate long-term quality of life (QoL) in patients who have experienced a stroke and to analyse differences in QoL between sexes.

Methods

We conducted a descriptive, cross-sectional, observational study to gather sociodemographic variables and risk factors; data were also obtained on QoL, mood, and functional status using validated scales. The study was approved by our centre's ethics committee.

Results

Our final sample included 124 patients; mean age was 71.30±11.99 years. In the QoL study, the EuroQol-5D dimensions in which participants presented most problems were anxiety/depression (66.7%) and pain/discomfort (62.2%). We found significant inter-sex differences in the dimensions of mobility and usual activities (P=.016 and P=.005, respectively). Women also achieved substantially poorer EuroQoL-5D index values than men (0.45±0.45 vs. 0.65±0.38; P=.013). QoL was found to be associated with dependence for the activities of daily living (r=0.326; P=.001) and depressed mood (r=–0.514; P<.0001). According to the predictive model for the EQ-5D index, 72% of the score on QoL items is explained by functional status, dependence for the activities of daily living (basic and instrumental), and depressed mood. Being married, in contrast, seems to be a protective factor.

Conclusion

Stroke survivors have poor long-term QoL; this is more marked in women than in men, especially in the dimensions of mobility and usual activities.

Keywords:
Stroke
Quality of life
Dependence
Mood
Texto completo
Introducción

El ictus constituye en la actualidad un problema de salud pública de primer orden, pues genera un importante coste personal, familiar y social1,2. El envejecimiento de la población y otros cambios sociodemográficos apuntan a que las enfermedades cerebrovasculares seguirán aumentando progresivamente a pesar del mejor control de los factores de riesgo3.

En los últimos años, los resultados en salud declarados por los pacientes han ido adquiriendo mayor relevancia, tanto en la práctica clínica como en la planificación sanitaria4. El modelo médico tradicional clásicamente ha considerado los resultados de una intervención terapéutica en forma de «curación», «remisión» o «recurrencia»; sin embargo, estos resultados no pueden aplicarse a enfermedades crónicas, al no tener en cuenta la repercusión de la enfermedad sobre la vida del paciente en sus vertientes familiar, social o laboral5. Todo esto ha provocado el interés por los aspectos psicosociales de la enfermedad, y tiende a valorar la expectativa de vida no como un aumento de los años vividos sino como un incremento de la calidad de vida6, incorporando estos términos a los resultados clínicos.

La autopercepción del estado de salud y la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) aportan información complementaria a los indicadores de salud tradicionales7 y proporcionan una información más específica sobre el estado de salud del paciente y la efectividad de las intervenciones terapéuticas desde su perspectiva8.

Todo esto, en el caso del ictus, tanto por la gravedad como por las áreas a las que puede afectar (cognitiva, sensitivo-motora, funcional y psicopatológica) es imprescindible y resulta clave valorar su repercusión en la vida de los supervivientes, en términos de CVRS, además de valorar la discapacidad y la supervivencia6.

El objetivo de nuestro trabajo fue valorar la CVRS a largo plazo en pacientes que presentaron un ictus y analizar si existían diferencias entre sexos en cuanto a la percepción de la calidad de vida. Y determinar los factores asociados con una peor CVRS.

Pacientes y métodos

Estudio observacional, descriptivo, transversal, realizado entre los meses de noviembre de 2014 y junio de 2015. La muestra del estudio la constituyeron los pacientes que habían presentado un ictus entre los meses de septiembre de 2009 y junio de 2010 y habían estado ingresados en la Unidad de Ictus (UI) de nuestro hospital.

Se excluyeron aquellos pacientes afásicos y con deterioro cognitivo moderado o severo con los que la comunicación no sería adecuada.

La selección de los participantes se realizó a través de la base de datos disponible en la UI, se contactó telefónicamente con ellos y fueron informados de la finalidad del estudio. En caso de querer participar, se concertó una entrevista con el paciente en el hospital para cumplimentar los cuestionarios que nos permitían valorar la calidad de vida, el estado funcional y el estado de ánimo. La entrevista se llevó a cabo en una consulta del hospital, en un ambiente tranquilo, que garantizaba la intimidad y la confidencialidad.

Se recogieron datos sociodemográficos, factores de riesgo y comorbilidades. Se utilizó el cuestionario EuroQol-5D (EQ-5D)9 para determinar la CVRS y el índice de Barthel (IB)10 para cuantificar el grado de dependencia en las actividades básicas de la vida diaria (ABVD) y la escala de Lawton y Brody10 para conocer el nivel funcional en las actividades instrumentales. El estado de ánimo se evaluó mediante la escala de depresión de Hamilton11,12.

Descripción de las herramientas utilizadas

Cuestionario de Calidad de Vida EuroQol-5D9: es un instrumento genérico de medición de la CVRS con el que el propio individuo valora su estado de salud, primero en niveles de gravedad por dimensiones (sistema descriptivo) y luego en una escala de valoración analógica (EVA) de evaluación más general. El sistema descriptivo contiene 5 dimensiones de salud (movilidad, cuidado personal, actividades cotidianas, dolor/malestar y ansiedad/depresión) y cada una de ellas tiene 3niveles de gravedad (sin problemas, algunos problemas o problemas moderados y problemas graves). La parte de la EVA vertical de 20 cm milimetrada va del 0 (peor estado de salud imaginable) al 100 (mejor estado de salud imaginable). El uso de la EVA proporciona una puntuación complementaria al sistema descriptivo de la autoevaluación del estado de salud del individuo. Además, el estado de salud se puede convertir en un índice sintético único mediante la aplicación de una fórmula que pondera cada uno de los niveles en cada dimensión. Cada estado de salud recibe un valor de acuerdo con un conjunto particular de pesos o conjuntos de valores que miden los estados de salud. El índice oscila entre el valor 1 (mejor estado de salud) y el 0 (la muerte), aunque existen valores negativos para el índice, correspondientes a aquellos estados de salud que son valorados como peores que la muerte.

Índice de Barthel10: evalúa el nivel de dependencia en las ABVD, sus valores oscilan entre 0 (mayor dependencia) y 100 (independencia).

Sus resultados globales se han agrupado en categorías de dependencia: dependencia total (puntuación entre 0 y 20); dependencia grave (21-40 puntos); dependencia moderada (41-60 puntos); dependencia leve (61-90 puntos) e independencia (91-100 puntos).

La escala de Lawton y Brody10: evalúa las capacidades funcionales según diferentes niveles de competencia, en particular la autonomía física e instrumental en actividades de la vida diaria, de forma que la podemos utilizar para completar la información sobre la capacidad funcional que hayamos podido obtener al calcular el IB. Consta de 8 ítems que valoran actividades instrumentales de la vida diaria. Cada uno de los ítems tiene varias posibles respuestas a las que se asigna el valor numérico 1 o 0. La puntuación final oscila entre 0 (máxima dependencia) y 8 (independencia total).

La escala de Hamilton para la depresión11,12: es una escala heteroaplicada, diseñada para medir la intensidad o gravedad de la depresión; es una de las más empleadas para observar posibles trastornos afectivos y para evaluar el estado de ánimo12.

La validación de la versión español fue realizada en 198611. Cada ítem tiene entre 3y 5posibles respuestas, con una puntuación de 0-2 o de 0-4, respectivamente. Los puntos de corte para definir los niveles de gravedad de la depresión son los recomendados por la Asociación Psiquiátrica Americana y la guía de práctica clínica sobre el manejo de la depresión mayor en el adulto12.

Confidencialidad y consideraciones éticas

Los pacientes firmaron un consentimiento informado para participar en el estudio. Los datos recogidos fueron informatizados de forma disociada y anónima para respetar la confidencialidad y el anonimato del paciente. A estos datos solo tuvo acceso el investigador principal.

El estudio cumplió los requisitos y normas oficiales vigentes y los de la Declaración de Helsinki. El proyecto fue aprobado por el Comité Ético de Investigación Clínica del hospital.

Análisis de los datos

Se realizó un análisis descriptivo de todas las variables recogidas. Las variables categóricas fueron descritas mediante porcentajes y las variables cuantitativas mediante la media y la desviación estándar (DE). Se establecieron relaciones entre variables, empleando χ2 para las variables cualitativas. Para comparar las variables cuantitativas se realizó el test de normalidad (Kolmogorov-Smirnov) y se emplearon, según siguieran normalidad o no, los test parámetricos (t de Student, ANOVA o coeficiente de Pearson) y no paramétricos (U de Mann-Whitney, Kruskal Wallis o coficiente de Spearman). Además, se analizó el riesgo relativo (odds ratio) y se realizó un estudio predictivo mediante regresión lineal multivariante. Los datos se analizaron con el programa estadístico SPSS v. 20 para Windows, con una significación estadística α del 0,05.

Resultados

Entre septiembre de 2009 y junio de 2010, ingresaron 218 pacientes. En el momento del estudio, 38 de ellos habían fallecido, 19 presentaban demencia o afasia, 15 pacientes estaban ilocalizables, 20 rehusaron participar en el estudio o bien eran de otras provincias y encontraron dificultades para desplazarse a la consulta. Por tanto, la muestra final fue de 124 pacientes.

La edad media fue de 71,30 (DE: 11,99), superior en mujeres (73,58 años; DE:1 2,47) que en los varones (70,00 años; DE: 11,59) sin ser estadísticamente significativa (p=0,111). Las características sociodemográficas de los pacientes se recogen en la tabla 1. La mayor parte de los pacientes estaban casados y tenían unos ingresos mensuales entre 500 y 1.000 €. El 97,6% de la muestra consumía al menos un fármaco y el 21% había presentado un ictus recurrente.

Tabla 1.

Características sociodemográficas

Variables sociodemográficas  Casos (N=124) N (%)  Mujeres N=45 (36,3%)  Hombres N=79 (63,7%) 
Convivencia
Solo  16 (12,9)  9 (20,0)  7 (8,9) 
Institucionalizado  11 (8,9)  4 (8,9)  7 (8,9) 
Pareja  82 (66,1)  22 (48,9)  60 (75,9) 
Otros familiares  15 (12,1)  10 (22,2)  5 (6,3) 
Estado civil
Casado  83 (66,9)  23 (51,1)  60 (75,9) 
Soltero/divorciado  13 (10,5)  1 (2,2)  12 (15,2) 
Viudo  28 (22,6)  21 (46,7)  7 (8,9) 
Nivel de estudios
Sin estudios  14 (11,3)  6 (13,3)  8 (10,1) 
Estudios primarios  87 (70,2)  33 (73,4)  54 (68,4) 
Bachiller o FP  13 (10,4)  2 (4,4)  11 (13,9) 
Estudios universitarios  10 (8,1)  4 (8,9)  6 (7,6) 
Nivel de ingresos (mensuales)
Menos de 500 €  17 (5,6)  3 (6,7)  4 (5,1) 
Entre 500 y 1.000 €  72 (58,1)  30 (66,6)  42 (53,1) 
Entre 1.000 y 1.500 €  27 (21,8)  8 (17,8)  19 (24,1) 
Más de 1.500 €  18 (14,5)  4 (8,9)  14 (17,7) 
Situación laboral
Activo  18 (14,5)  5 (11,1)  13 (16,5) 
Jubilado  90 (72,6)  38 (84,5)  52 (65,8) 
Incapacidad permanente  16 (12,9)  2 (4,4)  14 (17,7) 
Recibe ayudas públicas
Sí  17 (13,7)  8 (17,8)  9 (11,4) 
No  107 (86,3)  37 (82,2)  70 (88,6) 

En la tabla 2 se muestran los factores de riesgo: los más prevalentes fueron la hipertensión arterial (64,5%), las dislipidemias (49,2%) y las enfermedades cardiacas (38,2%). Se observaron diferencias entre hombres y mujeres en los hábitos tóxicos (consumo de alcohol y tabaco).

Tabla 2.

Factores de riesgo

Factores de riesgo  Total n (%)  Mujeres N=45 n (%)  Hombres N=79 n (%) 
Hipertensión  80 (64,5)  32 (71,1)  48 (60,8)  0,247 
Dislipidemias  61 (49,2)  19 (42,2)  42 (53,2)  0,241 
Enferm. cardiacas (cardiopatías y arritmias)  47 (38,2)  21 (46,7)  26 (33,3)  0,143 
Obesidad central según perímetro abdominala  64 (56,6)  27 (67,5)  37 (50,7)  0,085 
Diabetes  29 (23,4)  8 (17,8)  21 (26,6)  0,265 
Sedentarismo  46 (37,1)  19 (42,2)  27 (34,2)  0,373 
Tabaquismo  10 (8,1)  0 (0,0)  10 (12,8)  <0,001 
Consumo de alcohol  21 (17,1)  0 (0,0)  21 (26,9)  <0,001 
a

En mujeres >88cm y en hombres >102cm.

En cuanto a la obesidad y su distribución por sexos, se observó que solo el 27,4% de la muestra estaba en normopeso (el 26,2% de las mujeres y el 28,0% de los hombres), mientras que casi el 50% presentaba sobrepeso.

Sobre la calidad de vida

Cuando se le preguntó al paciente cómo consideraba su salud, casi un 33,9% la consideraba regular o mala. La tabla 3 muestra los resultados de las diferentes dimensiones del cuestionario EuroQol-5D, diferenciando por sexo. Las dimensiones que presentaron más problemas (moderados o graves) en este cuestionario fueron las de ansiedad/depresión (66,7%), dolor/malestar (62,2%) y actividades cotidianas (60,0%). Se obtuvieron diferencias entre mujeres y hombres en las dimensiones de movilidad (p=0,016) y en la de actividades cotidianas (p=0,005). En el índice de salud del EQ-5D, también se hallaron diferencias significativas entre mujeres y hombres: los varones fueron los que mostraron una mejor calidad de vida (0,45 puntos de las mujeres con DE: 0,45 frente a 0,65 puntos de los varones, con DE: 0,38; p=0,013).

Tabla 3.

Cuestionario de calidad de vida EuroQol-5D: distribución por sexos

Dimensiones  Ítems  Mujeres n (%)  Varones n (%)  Total n (%) 
MovilidadNo tengo problemas para caminar  21 (46,7)  56 (70,9)  77 (62,1)  0,016
Tengo algunos problemas para caminar  21 (46,6)  22 (27,8)  43 (34,7) 
Tengo que estar en la cama  3 (6,7)  1 (1,3)  4 (3,2) 
Cuidado personalNo tengo problemas con el cuidado personal  27 (60,0)  59 (74,7)  86 (69,4)  0,148
Tengo algunos problemas para lavarme o vestirme  10 (22,2)  14 (17,7)  24 (19,3) 
Soy incapaz de lavarme o vestirme  8 (17,8)  6 (7,6)  14 (11,3) 
Actividades cotidianas (por ej. trabajar, hacer las tareas domésticas, actividades familiares o actividades durante el tiempo libre)No tengo problemas para realizar mis actividades cotidianas  18 (40,0)  54 (68,4)  72 (58,1)  0,005
Algunos problemas para realizar mis actividades cotidianas  19 (42,2)  14 (17,7)  33 (26,6) 
Soy incapaz de realizar mis actividades cotidianas  8 (17,8)  11 (13,9)  19 (15,3) 
Dolor/malestarNo tengo dolor ni malestar  17 (37,8)  39 (49,4)  56 (45,2)  0,386
Tengo moderado dolor o malestar  17 (37,8)  27 (34,1)  44 (35,4) 
Tengo mucho dolor o malestar  11 (24,4)  13 (16,5)  24 (19,4) 
Ansiedad/depresiónNo estoy ansioso ni deprimido  15 (33,3)  39 (49,4)  54 (43,5)  0,130
Estoy moderadamente ansioso o deprimido  20 (44,5)  31 (39,2)  51 (41,2) 
Estoy muy ansioso o deprimido  10 (22,2)  9 (11,4)  19 (15,3) 

La puntuación en la (EVA de la calidad de vida se relacionó con la independencia en las ABVD (ÍB) (r=0,326; p<0,001) de tal forma que dijeron tener mejor calidad de vida quienes tenían más independencia en estas actividades (a). Así, los pacientes independientes en las ABVD puntuaban mucho mejor en la EVA de calidad de vida que los dependientes (71,04 puntos con DE: 18,96 vs. 53,37 puntos con DE: 20,67; p<0,001).

Figura 1.

a) Relación entre la percepción de la calidad de vida (EVA) y la independencia en las actividades básicas de la vida diaria. b) Relación entre la percepción de la calidad de vida (EVA) y el estado de ánimo deprimido (escala de depresión de Hamilton).

(0.11MB).

Además, se observó que la calidad de vida, valorada según la EVA, estaba inversamente relacionada con el estado de ánimo (r=−0,514; p<0,0001); de forma que a mayor puntuación en la escala de depresión de Hamilton, peor percepción en la calidad de vida (fig. 1b). Aquellos pacientes con estado de ánimo deprimido puntuaban peor en la EVA (51,30 con DE: 19,91 vs. 72,68 con DE: 17,87; p<0,001). Los problemas de sueño (insomnio precoz, intermedio o tardío) también se relacionaron con una peor calidad de vida. Así, los pacientes que no tenían problemas de sueño puntuaban 72,34 (DE: 18,52) frente a los que sí tenían problemas de sueño que puntuaban 55,77 (DE: 21,02) (p<0,001). Sin embargo, no se hallaron otras asociaciones entre la puntuación en la escala EVA de la calidad de vida con otras variables como la edad (p=0,111) o la obesidad (p=0,795).

Encontramos una relación estadísticamente significativa entre la presencia de dolor/malestar y una puntuación más baja en la escala EVA de la calidad de vida (los pacientes que no tenían dolor puntuaron 71,75 con DE: 20,03 y los que sí tenían puntuaron 57,72 con DE: 20,54; p<0,001). De igual forma, se halló una relación significativa entre el dolor y la dependencia, tanto en actividades básicas como en las instrumentales de la vida diaria (p=0,037 y p=0,025, respectivamente).

La tabla 4 muestra el análisis de riesgo entre las dimensiones del cuestionario de calidad de vida EQ-5D y el estado de ánimo diferenciando según el sexo. Excepto la dimensión dolor/malestar, el resto de las dimensiones sí se relacionaron con la depresión tanto en hombres como en mujeres.

Tabla 4.

Diferencias de sexo para las dimensiones de la calidad de vida (cuestionario EQ-5D) según el estado de ánimo. Calculo de los odds ratio

  Estado de ánimo depresivo
Dimensiones del cuestionario EQ-5D  MujeresHombres
  Odds ratio (IC 95%)  Odds ratio (IC 95%) 
Movilidad  11,00 (2,02-59,74)  0,002  7,16 (1,90-26,85)  0,001 
Cuidado personal  12,46 (1,43-108,27)  0,007  5,74 (1,45-20,69)  0,007 
Actividades cotidianas  17,85 (3,15-101,14)  <0,001  32,34 (4,07-256,81)  <0,001 
Dolor/malestar  3,57 (0,89-14,25)  NS  1,97 (0,79-4,91)  NS 
Ansiedad/depresión  13,00 (2,67-63,09)  <0,001  6,40 (2,33-17,54)  <0,001 

En el modelo ajustado por las variables (edad, dependencia en las actividades instrumentales y el estado de ánimo), en el hombre tanto para la dimensión movilidad como en la de cuidado personal se asociaron de forma independiente para las ABVD (OR: 12,54; IC: 2,41-65,27; p=0,03 y 75,03; IC: 5,28-106,51; p=0,01, respectivamente). Mientras que en la dimensión ansiedad/depresión del cuestionario EQ-5D tanto para hombres y mujeres se asoció con el estado de ánimo deprimido (según la escala de Hamilton de depresión) (en las mujeres OR: 16,48; IC: 1,99-136,53; p=0,009 y en los varones 5,12; IC: 1,68-15,67; p=0,004).

En la tabla 5 se muestra el modelo de predicción, mediante una regresión lineal multivariante, para el índice del EQ-5D, de forma que el 72% de la puntuación obtenida en la calidad de vida estaría explicada por el estado funcional, la dependencia en las actividades de la vida diaria (básicas e instrumentales) y el estado de ánimo depresivo; mientras que el vivir en pareja, entendiéndose esta como soporte social, aparecía como factor protector.

Tabla 5.

Modelo de predicción de calidad de vida

R2=0,720 p<0,0001  β 
Vivir en pareja  0,065  0,038 
Depresión (escala de Hamilton)  −0,102  <0,001 
Escala de Rankin modificada  −0,094  <0,001 
Dependencia en actividades básicas de la vida diaria  −0,109  <0,001 
Dependencia en actividades instrumentales de la vida diaria  −0,102  0,013 

Variables introducidas en el modelo: edad, sexo, nivel socioeconómico, secuelas, insomnio, disartria, déficit motor, índice de masa corporal, hipertensión, diabetes.

Sobre el estado de ánimo

Según la escala de depresión de Hamilton, el 64,2% de los pacientes presentaban un estado de ánimo deprimido; de este porcentaje, el 31,7% presentaba depresión moderada o grave y el 23,6%, depresión menor; en el 8,9% restante, la depresión era muy grave. La puntuación media de la muestra en esta escala fue de 11,73 puntos, con diferencias entre hombres y mujeres: las mujeres presentaban mayor puntuación en esta escala y, por tanto, peor estado de ánimo (14,04; DE: 8,32 vs. 10,42; DE: 7,5; p=0,014).

Por otra parte, aquellos pacientes que no podían caminar presentaban mayor depresión que los que eran autónomos en estas áreas (16,57 con DE: 6,61 vs. 8,78 con DE: 7,28; p<0,001), de tal forma que aquellos pacientes con problemas de movilidad tienen casi 9 veces más de probabilidades de presentar un cuadro depresivo (OR 8,85; IC: 3,15-24,81; p<0,001). De igual forma sucedió con aquellos pacientes que no podían encargarse de su propio cuidado (16,53 con DE: 6,51 vs. 9,62 con DE: 7,65; p<0,001); el OR obtenido en este caso fue de 7,55 (IC: 2,46-23,16; p<0,001).

Así, aquellos pacientes con mayor depresión presentaban mayor dependencia en las ABVD (r=−0,459; p<0,001) y en las instrumentales (r=−0,467; p<0,001). No se hallaron diferencias significativas entre la presencia de depresión y la edad (p=0,503).

Aquellos pacientes con estado de ánimo deprimido presentaban en mayor proporción problemas de sueño (64,5%) frente al 16,1% de los pacientes que no estaban deprimidos (p<0,001).

Sobre el estado funcional

En cuanto a la situación funcional, destacamos que un 60,5% de los pacientes eran independientes para las ABVD, el resto (39,5%) presentaba algún tipo de dependencia.

La valoración de las actividades instrumentales de la vida diaria (escala de Lawton y Brody) confirmó que el 60,5% eran independientes para este tipo de actividades y el 21,0% presentaba una dependencia total o severa; el 18,5% restante presentaba una dependencia moderada.

En el estudio de correlación de la dependencia funcional, la independencia para las ABVD se relacionó de forma inversa con la edad (r=−0,367; p<0,001). Para estas actividades también se hallaron diferencias estadísticamente significativas entre mujeres y varones, con mejores puntuaciones en el IB para los varones (89,11 con DE: 21,76 vs. 78,67 con DE: 26,53; p=0,019).

Discusión

Existen diferencias a largo plazo en la calidad de vida entre mujeres y hombres supervivientes a un ictus. El estado funcional y el nivel de dependencia, así como el estado de ánimo, influyen en la percepción de la calidad de vida. Existen pocos estudios que hayan evaluado estas diferencias a largo plazo.

Las características clínicas, sociodemográficas y los factores de riesgo de nuestros pacientes no difieren de otros estudios13,14 y coincidimos en que los factores de riesgo más prevalentes son la hipertensión arterial y las dislipidemias. Además, en nuestro caso observamos como el hábito tabáquico es sensiblemente inferior (8 vs. 25,1%) al que se observa en el estudio ICTUSCARE13, probablemente debido al efecto de los cambios legislativos en esta materia y a su aceptación por la población general. Aunque estos datos señalan que debemos continuar y mejorar el control a largo plazo de los factores de riesgo relacionados con la enfermedad cerebrovascular, haciendo hincapié en las modificaciones del estilo de vida y en la revisión de la adherencia a las medidas terapéuticas14.

Al igual que en otros estudios6,15,16 hemos observado que existen diferencias en la CVRS: son las mujeres las que tienen una peor calidad de vida en comparación con los hombres y vivir en pareja es un factor beneficioso en la percepción de la CVRS.

Destacamos, además, que en nuestro estudio, al igual que Bushnell et al.16, encontramos peores resultados en las mujeres para la dimensión de movilidad y de actividades cotidianas del cuestionario de calidad de vida EQ-5D. Ellos lo explicaban porque quizás las mujeres presentan más limitaciones en la función muscular (ictus más severos, mayor edad, estado funcional previo más deteriorado y más enfermedades concomitantes), como corroboran otros estudios17-20. Este hecho puede afectar a la recuperación física y justificar las diferencias encontradas entre hombres y mujeres en el ÍB y, por tanto, la mayor dependencia para las ABVD20-22. En estos estudios estas diferencias se encontraban a los 3meses tras el ictus. En nuestro caso, estas diferencias se mantienen a los 5años.

Otra de nuestras consideraciones es que las mujeres presentan una mayor limitación en la ejecución de actividades cotidianas o «instrumentales» y que esto puede ser debido a que en nuestro contexto cultural las tareas domésticas «se consideran de mujeres»10 por lo que, a pesar de estar jubiladas, las continúan asumiendo. Este hecho puede motivar que los hombres puntúen mejor en la dimensión de las actividades cotidianas (ya que la mayoría eran jubilados y, por tanto, podrían no tener o no considerar ninguna actividad cotidiana). Esto puede afectar de forma global a la CVRS y al estado de ánimo, al interpretarlo como sentimiento de utilidad.

Algunos estudios22,23 destacan que el primer año y, sobre todo, los primeros meses son claves para la mejora de la CVRS y la función física tras un ictus, y que el desempeño en las actividades básicas e instrumentales de la vida diaria se asocia con la CVRS.

Por otra parte, la depresión es el trastorno afectivo más frecuente tras un ictus24. Una revisión sistemática reciente de los estudios publicados halló una prevalencia del 31% de depresión después del ictus25, pero puede ser que la cifra esté subestimada. De hecho, nuestros datos reflejan que un 64,2% de los pacientes presentaron un estado de ánimo deprimido: casi el 41% tenían depresión grave o muy grave. Además, la depresión postictus, de igual forma que se recoge en otros estudios26,27, está relacionada con el dolor, la dependencia funcional y es un factor destacado en la calidad de vida del paciente. Por otro lado, y en consonancia con otros estudios26,28,29, el estado deprimido es más frecuente en mujeres tras el ictus, y este está muy relacionado con la CVRS, de forma que una peor calidad de vida está asociada a un estado de ánimo deprimido. Además, las consecuencias de no detectar los síntomas de la depresión precozmente pueden ser relevantes tanto para el paciente como para los sistemas sanitarios27, ya que la detección a tiempo puede facilitar una recuperación funcional más eficaz24. En nuestro estudio vemos que a largo plazo se mantiene esta relación.

Una limitación de este estudio es que previsiblemente los pacientes que han encontrado dificultades para participar, aunque era una proporción muy pequeña de la cohorte, fueran aquellos que más problemas y secuelas podrían tener.

Finalmente, consideramos que el uso y la recogida de datos con las escalas empleadas (actividades básicas e instrumentales de la vida diaria, escala de depresión de Hamilton y cuestionario de calidad de vida EQ-5D) han permitido hacer una evaluación más integral y holística de la calidad de vida, del estado funcional y del estado de ánimo de los pacientes.

Sería conveniente realizar estudios que valoraran la influencia de diferentes estrategias de afrontamiento de las secuelas y de los procesos de adaptación según los rasgos de personalidad de los pacientes, y que profundizaran en el impacto que las enfermedades concomitantes tienen sobre la calidad de vida, así como del contexto cultural, más exigente para las mujeres, ya que aunque se consideren jubiladas, siguen encargándose de tareas domésticas, y el no desempeñar estas tareas de forma eficiente les puede afectar al estado de ánimo y a otras dimensiones de la calidad de vida.

Conclusión

A pesar de los avances científico-técnicos y en la rehabilitación de la enfermedad cerebrovascular, la calidad de vida de muchos de los supervivientes se ve negativamente afectada a largo plazo; son las mujeres las que manifiestan una calidad de vida peor que los hombres, sobre todo en las dimensiones de movilidad y actividades cotidianas.

Parece que el ser mujer, la presencia de dolor, la dependencia funcional y el estado de ánimo deprimido son factores que tienen una relación significativa con una peor percepción de la calidad de vida relacionada con la salud, mientras que el estar casado, es decir, el soporte social, se erige como un factor beneficioso.

Intervenciones eficaces sobre estos factores podrían contribuir de forma clave en la mejora de la CVRS en supervivientes a un ictus.

Conflicto de intereses

El equipo investigador no tiene ningún conflicto de intereses.

Agradecimientos

Agradecemos la participación y colaboración desinteresada de todos los pacientes y sus familias.

Agradecemos a la gerencia y a la dirección del Área el apoyo a la investigación en cuidados.

A Irene, Jaime y Elena.

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