A lo largo de décadas se han planteado una serie de procedimientos diagnósticos de la disfunción eréctil (DE), partiendo de la historia clínica y sexual, con pruebas complementarias, algunas de ellas de carácter invasivo, debatiéndose la rentabilidad diagnóstica de dichas pruebas.
ObjetivosIndagar claramente en cuáles son los procedimientos diagnósticos suficientemente fiables en la disfunción eréctil, con especial énfasis en la rentabilidad, o cambio en la presunción clínica y sexual de los test diagnósticos invasivos.
Material y métodoPara lograr nuestro objetivo realizaremos un estudio no comparativo, histórico, retrospectivo, entre 2 grupos prospectivos de pacientes, el A (n=37) diagnosticados en el año 1995-1996 antes de la era de los iPDE5, y el B (n=37) en 2012. Analizando demografía (A+B), comorbilidades (A+B), historia sexual (A+B), exploración física (A+B), analítica (A+B), respuesta a la inyección intracavernosa (A) y el empleo de cuestionarios sexuales validados (B).
ResultadosEn el estudio A hay diferencia entre los grupos en las variables edad, carácter total-parcial, antecedentes médico-quirúrgicos, diabetes, hipertensión arterial, vásculo-cardio-nefropatía, antecedentes psicológicos, toma de fármacos, tipos de erección (sobre todo la nocturna), signos de vasculopatía, niveles de glucemia y en la IIC PGE1. Dentro del estudio B hay diferencias en la diabetes mellitus, la hipertensión arterial y los niveles de glucemia.
DiscusiónLos factores predisponentes para la organicidad son la edad, la diabetes mellitus, la hipertensión arterial, cardio-vásculo y nefropatías. En la historia sexual el mejor parámetro para discernir entre categorías diagnósticas es la erección nocturna. La glucemia es el único parámetro analítico útil. Es el diagnóstico psicológico y el clínico los que mayor concordancia tienen con el diagnóstico de consenso.
ConclusionesConsiderando suficiente base diagnóstica la evaluación global del paciente, pareja y entorno o circunstancias, predominando la valoración clínica (urológica y andrológica) además de psicosexual y social. La IIC no cambia la orientación diagnóstica, al igual que los cuestionarios sexuales validados, que sí resultan útiles en la cuantificación de la DE y en respuesta terapéutica.
Throughout decades a number of diagnostic procedures of erectile dysfunction (ED) based on the medical and sexual history have been raised, some of them with additional tests, part of them invasive, debating the diagnostic yield of these tests.
ObjectivesWhich are sufficiently reliable diagnostic procedures in erectile dysfunction. With special emphasis on profitability, or change in the clinical and sexual presumption of invasive diagnostic tests.
Material and methodTo achieve our goal we will have a non-comparative, historical, retrospective, prospective study between two groups of patients, the A (n=37) diagnosed in 1995-6 before the era of iPDE5, and B (n=37) in 2012. By analyzing demographics (A+B), comorbidities (A+B), sexual history (A+B), physical examination (A+B), analytical (A+B), response to intracavernous injection (A) and the use of validated sexual survey (B).
ResultsIn study A, no difference between groups in the variables age, total-partial, medical, diabetes, hypertension, cardio-vascular-renal disease, psychological history, taking drugs, erection background character types (especially at night), signs of vascular disease, blood sugar levels and the IIC PGE1. In study B there are differences in diabetes mellitus, high blood pressure and blood sugar levels.
DiscussionThe predisposing factors include age organicity, DM, hypertension, cardio-vascular and renal disease and. In sexual history, the best parameter to distinguish between diagnostic categories is nocturnal erection. Blood glucose is the only useful analytical parameter. It is both the psychological and clinical diagnosis who have greater concordance with the consensus diagnosis.
ConclusionsConsidering global assessment, partners and environment or circumstances sufficient for a diagnostic groundwork, where clinical (urology and andrology) plus psychosexual and social assessment prevail. IIC diagnosed orientation does not change, like sexual validated questionnaires, which are useful in quantifying ED and therapeutic response.
La disfunción eréctil (DE), de modo consensuado, se ha definido como la incapacidad persistente o recidivante del varón para obtener o mantener una erección del pene suficiente para permitir una actividad sexual1. Con el fin de descartar trastornos temporales, la duración del problema tiene que ser como mínimo de 3 meses, salvo en aquellos casos de DE secundaria a traumatismo o posquirúrgica. Más ampliamente la disfunción sexual masculina o síndrome de disfunción sexual masculina (DSM) incluye la pérdida del impulso sexual, la disfunción orgásmica o eyaculadora y los trastornos de la erección2.
La erección es un fenómeno neurovascular complejo, en el que influyen tanto factores hormonales como psicógenos, por lo que el abordaje diagnóstico en la DE debe ser multidisciplinar3.
Clásicamente la DE se puede dividir en DE de predominio orgánico, predominio psicógeno y mixto, siendo cada una 1/3 de la prevalencia total4. Los intentos de trazar una línea divisoria clara entre las DE orgánicas y psicógenas resultan a menudo inexactos. Un diagnóstico de organicidad no descarta los factores psicológicos, y viceversa. Muchos pacientes presentan una etiología mixta, en las que las causas orgánicas y psicológicas se confunden.
En la evolución del tratamiento se ha pasado desde no tener disponible ningún fármaco, al descubrimiento por Virag en 1982 del efecto vasodilatador de la papaveria en el cuerpo cavernoso y al lanzamiento del primer iPDE5 (citrato de sildenafilo o Viagra®) en 1998, produciendo un cambio en relación con el abordaje diagnóstico de la DE. Ya desde 1993 se cuestiona la rentabilidad diagnóstica de los test o pruebas complementarias utilizadas, algunas de ellas de carácter invasivo (IIC, EDC, etc.)5.
En el abordaje diagnóstico de la DE siempre debe buscarse la presencia de enfermedades coincidentes, ya que menos de la tercera parte de los pacientes que consultan por DE se hallan libres de hipertensión, hiperlipidemia, diabetes o depresión6. Puede considerarse que la DE, en tanto que fenómeno fisiopatológico, es un signo de alerta de estas enfermedades y, por tanto, un síntoma a veces premonitorio de insuficiencia coronaria, diabetes o hipertensión arterial7,8. La DE tiene factores de riesgo comunes a las enfermedades cardiovasculares (por ejemplo, la falta de ejercicio, la obesidad, la hipercolesterolemia, el tabaquismo, el síndrome metabólico), algunos de los cuales pueden ser corregidos9.
Así, el primer paso en el proceso de evaluación de la DE debe empezar con la identificación y diagnóstico del problema. La historia médica, sexual y psicosocial del paciente constituye uno de los pilares fundamentales1,10.
El examen físico y la analítica sanguínea serán los restantes elementos diagnósticos necesarios y de aplicación sistemática. A pesar del desarrollo de diferentes procedimientos diagnósticos, la historia clínica continúa siendo la herramienta fundamental en el diagnóstico diferencial de la DE. De forma concomitante a la anamnesis, pueden ser de utilidad determinados cuestionarios validados, que permiten la uniformización de criterios y la clasificación de la severidad del proceso, como son: International Index Erectile Function (IIEF)11; International Index Erectile Function-Erectile Function (IIEF-EF), International Index Erectile Function-5 (IIEF-5) o Sexual Heath Inventory Male (SHIM)12; Sexual Life Quality Questinaire (SLQQ)13,14; Female Sexual Function Inventory (FSFI)15; entre otros.
Todos los pacientes deberían tener una analítica básica con: glucemia basal, perfil lipídico y determinación de testosterona libre calculada (preferiblemente) o total, en varones mayores de 50 años o en varones más jóvenes, en presencia de síntomas o signos de hipogonadismo (disminución del deseo sexual, del volumen testicular bilateral y de los caracteres sexuales secundarios)16–18.
ObjetivosEsta revisión cronológica de los procedimientos diagnósticos, además de la clasificación del tipo de DE, junto con la evolución en el tratamiento, que como elemento de retroalimentación ha modificado el manejo del varón con DE, nos lleva a plantearnos críticamente cuáles son los fundamentos necesarios y suficientes para el correcto diagnóstico de la DE y, en consecuencia, de su más adecuado manejo terapéutico.
Tras el lanzamiento del primer iPDE5 (citrato de sildenafilo o Viagra®) en 1998 se ha producido un cambio en relación con el abordaje diagnóstico la DE, además de un aumento de pacientes a tratar, con la subsiguiente sobrecarga asistencial, que puede hacer obviar un adecuado planteamiento diagnóstico y terapéutico, lo que podría explicar el alto porcentaje de abandono al tratamiento con iPDE5 y la insuficiente respuesta eréctil, por mal manejo en la información y explicación de la terapia básica, tanto al varón como a su pareja. De alguna manera, es una consecuencia negativa de la denominada medicalización del pene. Otro factor condicionante de esta actitud puede ser la falta de conocimientos y metodologías diagnósticas para saber, con bastante seguridad, cuál es la etiología precisa de un gran número de casos de DE, así como la limitación para tratar la enfermedad y no únicamente el síntoma18.
Por todo lo argumentado, justificamos este estudio en función de las siguientes consideraciones:
- -
En ocasiones la DE es el primer síntoma de otra enfermedad más importante en términos de salud general, como es la diabetes, la HTA o una cardiopatía que puede ser detectada al realizar un adecuado proceso diagnóstico.
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Existen determinadas enfermedades como causa de la DE, que pueden ser tratadas sin necesidad de utilizar tratamientos sintomáticos de forma continuada, siendo esto de la mayor importancia en los pacientes jóvenes.
- -
Aun en aquellos casos en los que no se pueda establecer un tratamiento, o se produzca un fallo en el mismo, puede ser importante detectar el problema que lo origina.
- -
Hay pacientes que desean conocer la etiología del proceso.
Para lograr nuestro objetivo realizaremos un análisis no comparativo, histórico, retrospectivo, entre 2 grupos de pacientes, el A (n=37) diagnosticados en el bienio 1995-1996, antes de la era de los iPDE5, y el B (n=37) en el periodo 2011-2012, ambos realizados en nuestro centro analizando las herramientas válidas y no válidas, imprescindibles y prescindibles en el diagnóstico del paciente con DE.
Material y métodosEstudio AEn el primer estudio (A) se han recopilado los datos de 37 pacientes afectos de DE, de un estudio prospectivo y comparado, realizado en los años 1995-199616,17. La edad media de los mismos era de unos 53 años, mayoritariamente pertenecen a un núcleo poblacional urbano, no han intentado buscar soluciones anteriormente y están casados con pareja estable de 25 años de convivencia y una media de 2 años de evolución de su enfermedad.
El estudio A de los pacientes consta de las siguientes consultas:
- 1.
Una primera consulta donde se realiza una extensa anamnesis, una exploración física y se solicita la analítica.
- 2.
Una segunda consulta con un psicólogo especialista en sexología. Se emite un diagnóstico psicológico en cuanto a la organicidad o psicogenicidad del paciente.
- 3.
Una tercera consulta en la que se realiza un test de tumescencia y rigidez peneana, mediante Rigiscan®, con inyección intracavernosa de 10mcg de PGE1, en el lado derecho del pene con estímulo visual erótico (EVE), proyectando una película con alto contenido erótico, a gusto del paciente.
- 4.
Una cuarta consulta en la que se realiza un test de tumescencia y rigidez peneana, mediante Rigiscan®, con inyección intracavernosa de 10mcg de PGE1, en el lado derecho del paciente con estímulo visual neutro (EVN) proyectando una película sobre los parques nacionales españoles.
Coincidente con los registros del Rigiscan®, a los 10 y 20min postinyección se evaluó la respuesta eréctil mediante inspección objetiva y del ángulo peneano con la vertical, igualmente y de forma subjetiva por el propio paciente.
Los resultados del test de tumescencia y rigidez peneana, mediante Rigiscan®, se valoran en función de la gráfica obtenida, estudiando la rigidez y tumescencia, tanto en la base como en la punta, y aplicándole valores que van de 1 a 3, según la gradación Gutierrez-Bancroft, de tal manera que categorizamos a los pacientes en 3 grupos con resultado: erección débil, media o buena5,19,20.
Una vez realizadas todas estas pruebas nos reunimos con el psicólogo y llegamos a un diagnóstico de consenso para cada paciente, que puede ser DE de predominio orgánico, mixto o psicógeno, definidas como variables primarias. Es con dicho diagnóstico de consenso con el que comparamos los datos clínicos, analíticos, resultado de IIC con EVE/EVN, considerados como las variables secundarias.
Estudio BEn el segundo estudio (B) se han analizado 37 pacientes afectos de DE extraídos de un estudio prospectivo, aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo, correspondiente al periodo 2011-2012. La edad media de los mismos es de 56 años, mayoritariamente casados, con 3 años de evolución de la DE21.
El estudio clínico B consta de las siguientes consultas:
- 1.
Consulta inicial donde se realiza la historia clínica, se hace la exploración física y se solicita la analítica.
- 2.
En una segunda consulta se ven los resultados de la analítica y se realizan los cuestionarios al paciente (IIEF-EF11,12, SLQQ13,14) y a su pareja (FSFI15, SLQQ13,14).
Todos los pacientes han firmado el consentimiento informado, tanto ellos como sus parejas para la inclusión en el estudio, siguiendo los protocolos de Helsinky. El estudio ha pasado la aprobación del comité ético del hospital. El análisis estadístico se ha hecho por proporciones con los test de Kruskal-Wallis, U-Mann Withney, test exacto de Fisher, Chi-cuadrado y U-Mann Withney.
ResultadosEstudio ATras el análisis multidisciplinar se ha determinado que un 23,7% de los pacientes padece una DE de predominio orgánico (PO), un 28,1% de predominio mixto (PM) y un 48,2% de predominio psicógeno (PP).
Historia médicaCon respecto a la historia médica no se observan diferencias estadísticamente significativas entre los subgrupos en los años de evolución de la DE (media de 2 años), en cuanto al inicio brusco/progresivo (27/73%), carácter primario/secundario (3,5/96,5%), antecedentes de neuropatía (13%), hepatopatía (8%), uropatía (11%), cirugía urológica (24%), traumatismo urológico (2%), ni en lo referente a los tóxicos (fumador 51%, alcohol 43%, drogas 2%).
Sí se observan diferencias estadísticamente significativas (p<0,05) en cuanto a la edad entre PO y PM respecto de PP (media total 55,5 años, 59 en PO, 58 en PM y 42 en PP), carácter total/parcial entre PO respecto de PM y PP (total 24/76%, en PO 52/48%, en PM 16/84%, en PP 15/85%), antecedentes médico-quirúrgicos entre PO y PM respecto de PP (total 77%, en PO 100%, en PM 91%, en PP 58%), diabetes entre todos los subgrupos (total 23%, en PO 67%, en PM 25%, en PP 0%), hipertensión arterial entre PO y PM respecto de PP (total 27%, en PO 41%, en PM 38%, en PP 15%), vasculopatía entre PO y PM respecto de PP (total 11%, en PO 30%, en PM 16%, en PP 0%), cardiopatía entre PO y PP (total 11%, en PO 26%, en PM 13%, en PP 4%), nefropatía entre PO y PP (total 9%, en PO 22%, en PM 9%, en PP 2%), antecedentes psicológicos entre PO y PP (total 13%, en PO 0%, en PM 9%, en PP 22%), toma de fármacos entre PO y PP (total 62%, en PO 85%, en PM 66%, en PP 49%).
Historia sexualRespecto de la historia sexual, no hay diferencias estadísticamente significativas en cuanto al deseo sexual anterior (bajo 0,88%, medio 9,6%, alto 89,5%), deseo sexual actual (bajo 15%, medio 13%, alto 72%), el grado de erección (menor 8%, igual 92%), la presencia de incurvación peneana (presente 6%), el reflejo eyaculatorio (presente 66%) y el control del reflejo eyaculatorio (presente 41%).
En cambio sí hay diferencias estadísticamente significativas (p<0,05) en la erección con juegos, erección con coito, erección matutina, erección nocturna, erección espontánea, erección con masturbación y erección con estímulo visual erótico a favor de una mejor erección en los pacientes de PP, respecto de los de PM y de los PO.
Exploración físicaEn cuanto a la exploración física no hay diferencias estadísticamente significativas en los signos de hipogonadismo (0%), tamaño testicular (disminuido 5,2%), fimosis (presente 5%), frenillo corto (3%), tipo de próstata (74% normal), tamaño prostático (80% normal), reflejo bulbocavernoso (presente 98%) y alteración de la sensibilidad perineal (presente 98%).
En cambio, sí hay diferencias estadísticamente significativas (p<0,05) en los signos de vasculopatía entre PO respecto del resto (total 10%, 33% en PO, 6% en PM, 0% en PP).
AnalíticaNo hay diferencias estadísticamente significativas en los niveles de colesterol, triglicéridos, creatinina, transaminasas, testosterona libre ni prolactina.
En cambio, solamente los niveles de glucemia expresan diferencias entre todos los subgrupos (media 101mg/ml, 132mg/ml en PO, 110mg/ml en PM y 95mg/ml en PP) (p<0,05).
Test IIC PGE1 Rigiscan®Todos los parámetros de la medición tanto con EVE como con EVN expresan diferencias estadísticamente signiticativas (p<0,05), tanto subjetiva, como objetiva, como medida con el Rigiscan® nos hablan a favor de una mejor erección en el PP, respecto del PM y del PO.
Correlación diagnósticaCorrelacionamos los distintos diagnósticos mediante el Índice de Kappa, observando una mayor correlación entre el diagnóstico de consenso con el diagnóstico del psicólogo y en un segundo lugar con el clínico (tabla 1).
Correlación de los diferentes diagnósticos mediante Índice Kappa
Índice Kappa de concordancia en el diagnóstico. Estudio A | |||||||
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Diagnóstico clínico | % | Kappa (IC95%) | p | ||||
DE PO | DE PM | DE PP | 0,716 (0,61-0,83) | <0,001 | |||
Diagnóstico consenso | DE PO | 26 (23%) | 1 (1%) | 0 (0%) | 23,7 | ||
DE PM | 14 (12%) | 18 (16%) | 0 (0%) | 28,1 | |||
DE PP | 0 (0%) | 6 (5%) | 49 (43%) | 48,2 | |||
N (%) | 35,1 | 21,9 | 43 | ||||
Diagnóstico IIC | % | Kappa (IC 95%) | p | ||||
DE PO | DE PM | DE PP | 0,329(0,19-0,47) | <0,001 | |||
Diagnóstico consenso | DE PO | 19 (17%) | 5 (4%) | 3 (3%) | 23,7 | ||
DE PM | 15 (13%) | 12 (11%) | 5 (4%) | 28,1 | |||
DE PP | 13 (11%) | 10 (9%) | 32 (28%) | 48,2 | |||
N (%) | 41,2 | 23,7 | 35,1 | ||||
Diagnóstico psicólogo | % | Kappa (IC 95%) | p | ||||
DE PO | DE PM | DE PP | 0,875(0,79-0,95) | <0,001 | |||
Diagnóstico consenso | DE PO | 23 (20%) | 4 (4%) | 0 (0%) | 23,7 | ||
DE PM | 0 (0%) | 29 (25%) | 3 (3%) | 28,1 | |||
DE PP | 1 (1%) | 1 (1%) | 53 (46%) | 48,2 | |||
N (%) | 21,1 | 29,8 | 49,1 | ||||
Diagnóstico psicólogo | % | Kappa (IC 95%) | p | ||||
DE PO | DE PM | DE PP | 0,622 (0,50-0,74) | <0,001 | |||
Diagnóstico clínico | DE PO | 22 (19%) | 16 (14%) | 2 (2%) | 35,1 | ||
DE PM | 1 (1%) | 17 (15%) | 7 (6%) | 21,9 | |||
DE PP | 1 (1%) | 1 (1%) | 47 (41%) | 43 | |||
N (%) | 21,1 | 29,8 | 49,1 | ||||
Diagnóstico psicólogo | % | Kappa (IC 95%) | p | ||||
DE PO | DE PM | DE PP | 0,254 (0,12-0,39) | <0,001 | |||
Diagnóstico IIC | DE PO | 16 (14%) | 16 (14%) | 15 (13%) | 41,2 | ||
DE PM | 5 (4%) | 11 (10%) | 11 (10%) | 23,7 | |||
DE PP | 3 (3%) | 7 (6%) | 30 (26%) | 35,1 | |||
N (%) | 21,1 | 29,8 | 49,1 | ||||
Diagnóstico clínico | % | Kappa (IC 95%) | p | ||||
DE PO | DE PM | DE PP | 0,301 (0,16-0,44) | <0,001 | |||
Diagnóstico IIC | DE PO | 26 (23%) | 10 (9%) | 11 (10%) | 41,2% | ||
DE PM | 11 (10%) | 7 (6%) | 9 (8%) | 23,7% | |||
DE PP | 3 (3%) | 8 (7%) | 29 (25%) | 35,1% | |||
N (%) | 35,1 | 21.9 | 43 |
DE PO: disfunción eréctil de predominio orgánico; DE PM: disfunción eréctil de predominio mixto; DE PP: disfunción eréctil de predominio psicológico; IIC: inyección intracavernosa PGE1.
Dentro del estudio B se ha determinado que un 64,8% de los pacientes padece una DE de PO, un 32,4% de PM y un 2,8% de PP.
Historia médicaEn el estudio B no se observan diferencias estadísticamente significativas en cuanto a la edad (media de 56 años), antecedentes médicos relevantes (100% de los pacientes), dislipidemia (89%), obesidad (56%), asma (10%), tratamiento concomitante (91%) y antecedentes quirúrgicos relevantes (86%).
En cambio, sí hay diferencias entre todos los subgrupos (p<0,05) en la diabetes mellitus (total 48%, 66% en PO, 16% en PM y 0% en PP) y los antecedentes de hipertensión arterial (total 56%, 75% en PO, 25% en PM y 0% en PP).
Historia sexualNo hay diferencias en ningún parámetro de la historia sexual entre grupos, ni en la falta de deseo sexual (8%), incapacidad para obtener una erección (32%), erecciones poco rígidas para penetrar (83%), incapacidad para mantener una erección en el coito (100%), dolor en el coito (0%), eyaculación precoz (2,7%), tratamiento previo para la DE (62%).
No hay ningún parámetro en la exploración física que tenga diferencias estadísticamente significativas entre grupos, ni la frecuencia cardiaca, IMC, presión arterial sistólica y diastólica, exploración cardiovascular, respiratoria, nerviosa, gastrointestinal, linfática, genitourinaria, dermatológica.
Dentro de la analítica no hay diferencias estadísticamente significativas en cuanto al hemograma, transaminasas, bilirrubina, BUN, creatinina, fosfatasa alcalina, testosterona total, SHBG.
Curiosamente sí encontramos diferencias estadísticamente significativas (p<0,05) en cuanto a los niveles de glucemia (media de 131mg/dl, 145 en PO, 105 en PM y 78 en PP), pero no en las cifras de hemoglobina glucosilada (media de 6,5mg/dl). No hay diferencias en las cifras de HDL ni de triglicéridos, pero sí en el colesterol total y en el LDL, pero curiosamente con niveles mas bajos en PO, que en PM, probablemente por el tratamiento hipolipidemiante.
No hay diferencias estadísticamente significativas en cuanto a los cuestionarios IIEF-EF, SLQQ ni a la pareja FSFI ni SLQQ11–15.
DiscusiónNuestros resultados en ambos grupos, A y B, pre y post era de los iPDE5 sugieren que:
- •
La edad es un factor predisponente para la organicidad de la DE22–24.
- •
La DE de PM y PP suelen tener un carácter parcial. En mayor medida los pacientes tienen un inicio progresivo, no siendo este parámetro útil para discernir entre grupos25,26.
- •
En lo referente a los antecedentes personales es útil el preguntar por DM e HTA, y asimismo por cardio, vásculo y nefropatías, dada su correlación signifiticativa con la organicidad18,21–24,27.
- •
Dentro de la historia sexual el mejor parámetro para discernir entre categorías diagnósticas es la erección nocturna. Casi todos los parámetros de la historia sexual están tanto más disminuidos cuanto mayor componente orgánico tenga el paciente1,28–30.
- •
En la exploración física no encontramos diferencias en las diferentes categorías diagnósticas, a excepción de los signos de vasculopatía periférica, que sí lo eran en el estudio A, no así en el estudio B.
- •
El único parámetro analítico que resulta significativo, y se correlaciona positivamente con la DE de PO, es el nivel de glucemia22–24.
- •
El grado de respuesta eréctil a la IIC con PGE1, objetivizada mediante Rigiscan®, es otro parámetro a valorar que nos orienta hacia la organicidad. Sin embargo, no aporta información adicional que modifique la categoría diagnóstica establecida mediante la historia médica.
- •
Cuando analizamos la concordancia en el diagnóstico entre las 4 variables principales (diagnóstico de consenso, psicológico, clínico e IIC), encontramos que es mayor entre consenso-psicológico, consenso-clínico y clínico-psicológico, siendo menor entre IIC respecto del resto.
- •
El uso de los cuestionarios nos puede dar el grado de disfunción eréctil de un paciente, pero no resultan útiles para discriminar entre grupos, tanto por parte del paciente (IIEF-EF, SLQQ) como de su pareja (FSFI, SLQQ)11–15.
De todo lo descrito podemos concluir que, aunque no hay dato alguno unívoco para etiquetar a los pacientes con DE, sí disponemos del conjunto de ellos, tanto clínico como psicológico, en los que nos tenemos que apoyar para llegar al diagnóstico etiológico más adecuado. Al respecto destacamos las siguientes conclusiones:
- •
Después del análisis comparativo entre los procedimientos diagnósticos entre ambos grupos y con una diferencia cronológica de unos 20 años, podemos afirmar que han perdido vigencia y aplicabilidad aquellos procedimientos considerados invasivos, quedando estos reservados para pacientes seleccionados en función del eventual tratamiento (por ejemplo auto IIC, prótesis de pene, valoración de la incurvación peneana).
- •
En resumen, y como conclusión más relevante y actual, seguimos considerando de suma importancia diagnóstica la evaluación global del paciente, de su pareja y del entorno o circunstancias, teniendo siempre en cuenta las diferentes herramientas diagnósticas, predominando la valoración clínica (urológica y andrológica) además de psicosexual y social. De ahí la relevancia de que aquellos profesionales que se dediquen al campo de la medicina sexual deban conocer y aplicar correctamente dicha valoración.
Los autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales.
Confidencialidad de los datosLos autores declaran que han seguido los protocolos de su centro de trabajo sobre la publicación de datos de pacientes.
Derecho a la privacidad y consentimiento informadoLos autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.