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Vol. 20. Núm. 2.
Páginas 69-70 (marzo - abril 2019)
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Rotaciones clínicas
Clinical rotations
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Jesús Millán Núñez-Cortés
Redactor Jefe Educación Médica
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“La enseñanza en el entorno clínico es una misión compleja, y a menudo frustrante, para la que se requiere no sólo una preparación clínica sino una preparación –también- como profesional de la enseñanza”. Así lo señala La AMME (Association for Medical Education in Europe). En general, la mayoría de los profesores clínicos llegan a disponer de un bagaje clínico-profesional muy superior al bagaje docente. En otras palabras, sus habilidades para ejercicio de la especialidad pueden superar, con creces, sus habilidades para la enseñanza de la medicina. El estudiante, a su paso por un servicio clínico, marcado por una rotación del programa, se puede encontrar- frecuentemente- con este hecho: puede encontrarse con médicos excelentes en su tarea profesional, pero menos capacitados para su tarea profesoral. Y esto puede marcar la enseñanza y la preparación del estudiante.

El ambiente clínico es muy motivador para la enseñanza y el aprendizaje. El estudiante aprende en el sitio donde se encuentra realizando su actividad, y los conocimientos los puede aplicar directamente. Pero, a cambio, el profesor debe de hacer una función doble: prestar asistencia y enseñar; y frecuentemente realiza ambas funciones a la vez, en el mismo acto, si prolegómenos ni planificación previa. Esto requiere unas habilidades docentes, de cara a que el estudiante obtenga el máximo aprovechamiento.

Con frecuencia se sobreentiende que todo médico está capacitado para enseñar medicina. Y eso no tiene por qué ser así. Lo mismo que un buen docente no tiene que ser obligatoriamente el mejor médico, un excelente médico no tiene obligatoriamente que ser un magnífico docente. Ambas cosas requieren una preparación específica. La asistencia, la docencia, la investigación son facetas que requieren una preparación específica, una capacitación, unas habilidades concretas. Y eso significa prepararse.

Cuando un estudiante se incorpora a una rotación clínica es capaz de percibir que la excelencia clínica no garantiza la excelencia docente, ni al revés. Un modelo para el máximo aprovechamiento de la rotación clínica requiere una serie de condiciones: a) disponer de un entorno o clima apropiado para el aprendizaje, b) controlar las actividades docentes y el proceso educativo sin dejarlo a la improvisación, c) conocer de forma explícita los objetivos docentes a alcanzar y las metas alcanzadas, d) fomentar la comprensión y retención de conocimientos, e) evaluar los resultados de la forma más objetiva posible, f) retroinformación del profesor al estudiante sobre su progresión, g) promover el autoaprendizaje para facilitar la adquisición de conocimientos de forma continua.

La enseñanza clínica tiene unos retos bien definidos, que la realidad del día a día dificulta. Las responsabilidades del profesor, que comparte la docencia con la asistencia, gestión e investigación, limita de forma determinante el horario para la enseñanza. La preparación de las unidades o contenidos docentes es muy complicada y difícil, porque los problemas clínicos sobrevienen de forma muy difícil de prever. La propia prestación de servicios sanitarios no facilita priorizar la enseñanza, sino la gestión de la búsqueda de indicadores asistenciales correctos (estancia media, ocupación de camas, número de consultas, disminución de listas de espera, asistencia a procesos más graves,….). La gestión de la enseñanza es compleja, y sometida a factores convulsos de la estructura y organización sanitaria. Y otros diferentes factores fácilmente reconocibles para quienes tienen la responsabilidad de asistir a los estudiantes en sus periodos de rotación clínica.

No obstante, hemos de intentar encontrar soluciones prácticas y viables para estos problemas. Nuestro papel educacional es permanente. Todos nuestros actos tienen un componente docente. Nuestras conversaciones también. En la enseñanza de la medicina, el modelo es un elemento favorecedor. El modelo “el tutor de un minuto”, que emplea un breve espacio de tiempo, de forma diaria y repetitiva, para transmitir un mensaje fundamental con un contenido clave profesional, es una de las posibilidades prácticas.

Con modelos como el anterior, adquiere relevancia el papel del profesor como suministrador de información relevante y como modelo y asesor. La competencia clínica demostrada por el profesor es una condición para que una rotación clínica resulte aprovechable; pero no es la única condición. La necesidad de orientar la enseñanza, fijar objetivos, organizar las actividades, fomentar la reflexión, o evaluar el rendimiento académico del estudiante, también resultan inexcusables.

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