Los datos normativos (DN), o simplemente normas, sirven para establecer la posición relativa de un individuo respecto a un grupo normativo (GN) con el que comparte características (por ejemplo estudiantes de universidades privadas, grupos de edad, carrera profesional, etc.) en función de su puntuación en un instrumento de evaluación1. Ese GN puede ser nacional, regional, local o específico, dependiendo de la necesidad del evaluador (por ejemplo práctica profesional o investigación), así como de la finalidad de la evaluación (esto es screening o diagnóstico).
Estos DN normalmente se construyen transformando a percentiles (Pc)2 las respuestas de los integrantes del GN para luego obtener puntos de corte (PDC) que permitan clasificar posteriormente a las personas examinadas (las que poseen características similares a las del GN) en determinados niveles (por ejemplo bajo, promedio, o alto).
La valoración de los Pc podría realizarse en función de cuartiles. Por ejemplo, si la puntuación corresponde a un Pc mayor que 75 (percentil asociado a determinado PDC) se considera que la persona posee un nivel alto en la variable evaluada3, e incluso las puntuaciones asociadas a Pc por encima de 90 en algunos casos se corresponden con anormalidad4. Otros estudios consideran el uso de curvas ROC para definir categorías cualitativas (presencia/ausencia) donde si se supera determinado PDC, la persona posee el atributo evaluado4.
De este modo, una vez establecidos los PDC para los diferentes niveles, sea con Pc o utilizando las curvas ROC según los DN elaborados para determinada población, podrían realizarse estudios de prevalencia, teniendo en cuenta algunos criterios previos como la confiabilidad del PDC5. Sin embargo, en ocasiones no se evalúa la compatibilidad de los PDC (y de los DN) utilizados con la muestra estudiada, y son usados incluso si dicha muestra no posee las características del GN original.
Para ejemplificar la situación Montiel-Jarquín et al.6 evaluaron a un grupo de residentes de medicina de nacionalidad mexicana con las escalas de Hamilton, que valoran ansiedad y depresión. Luego de ello, basándose en los PDC obtenidos con muestra inglesa, los residentes mexicanos fueron adjudicados con diferentes niveles, concluyendo que un 83,8% y un 61,2% presenta algún grado ansiedad y depresión, respectivamente.
Si bien esas escalas son ampliamente recomendadas y los autores indican que «…son confiables, específicas, eficientes, factibles y fácilmente aplicables…» (p. 118)6, no fueron hallados estudios de validación en muestras mexicanas que acrediten su uso, ni que confirmen los PDC procedentes de la versión original. Esto traería diversas consecuencias, como una clasificación errada, conclusiones sesgadas, y si el instrumento es utilizado en la práctica profesional perjudicaría al examinado, ya que si bien su aplicación no determina el diagnóstico, la administración de cualquier instrumento brinda información relevante.
Por ello, dado que la utilidad de los DN radica en la posibilidad de brindar un marco interpretativo a los resultados de aplicaciones individuales, la selección de los PDC adecuados es relevante porque cada constructo evaluado (como ansiedad o depresión) tiene una manifestación diferente según el GN, y con mayor razón cuando se trata de culturas distintas, o en situaciones evaluativas donde la antigüedad de los DN supera los 10 años.
Conflicto de interesesNinguno.