Desde que China reportara los primeros casos de la COVID-19 hasta la fecha, la enfermedad se ha expandido, ocasionado una crisis internacional1. El 11 de marzo de 2020 fue confirmado en Cuba el primer caso2, el 18 de marzo falleció el primer paciente importado y, el 26, el primer cubano3.
Esta situación ha desafiado los sistemas de salud. La educación médica no ha sido la excepción. Los universitarios cubanos han asumido una postura activa, descrita en el artículo «Rol del estudiante de ciencias médicas frente a la COVID-19: el ejemplo de Cuba».4
En Cuba se han planteado estrategias para desarrollar nuevas formas de enseñanza, reajustándose planes calendarios de las especialidades a partir de las normas jurídicas gubernamentales establecidas.
En cuanto al posgrado, en las instituciones de salud ha disminuido el número de residentes, y algunos han sido reubicados en salas de atención a la COVID-19, aunque sus especialidades no estén relacionadas con el manejo de estos pacientes; afectándose sensiblemente el proceso docente5.
Los residentes de las especialidades clínicas fueron reubicados en servicios afines en sus municipios de origen, continuando su formación a distancia.
A los residentes de especialidades quirúrgicas se les pospuso las rotaciones y la incorporación de habilidades hasta el restablecimiento del escenario de formación principal debido a que la actividad quirúrgica se restringió a operaciones de urgencias. De forma similar le ocurrió a residentes de especialidades estomatológicas.
Los residentes de especialidades biomédicas pesquisaron junto a los estudiantes. No obstante, recibieron los contenidos teóricos y participaron en la adecuación de programas del pregrado6.
Ante la situación epidemiológica mundial es vital una actualización de los planes de estudio en las Ciencias Médicas. Se deben generalizar nuevas formas de evaluación y propiciar el uso de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.