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Vol. 17. Núm. 2.
Páginas 35-37 (abril - junio 2016)
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Editorial
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La Lección magistral Andrés Laguna
The Andres Laguna Master Lecture
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José Antonio Gutiérrez Fuentesa,b
a Doctor en Medicina, Consejero Honorífico Fundación Lilly, Secretario de la Lección magistral Andrés Laguna
b Coeditor de Educación Médica
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La Fundación Lilly tiene como objetivo fundamental contribuir a la mejora de la salud de los ciudadanos a través de iniciativas que impulsen la investigación y la formación de los profesionales sanitarios. En el marco de estos fines generales, las actividades encaminadas a mejorar la formación de los médicos y a fomentar los valores clásicos de la medicina, siempre han contado con un especial protagonismo. Por este motivo, en colaboración con la Universidad de Alcalá, decidimos crear la Lección magistral Andrés Laguna, para distinguir anualmente como maestro a una personalidad relevante por sus aportaciones humanísticas, científicas y médicas, que haya contribuido de forma significativa al desarrollo de la medicina y al cuidado de la salud en el ámbito de los países en los que se desarrolla la cultura hispana.

Las lecciones magistrales cuentan con una arraigada tradición en los países anglosajones, siendo la Harveian Oration, instaurada en el Reino Unido en 1656 por el propio William Harvey, la que nos sirvió como principal referencia. El objetivo inicial de esta lección fue exhortar a los miembros del Royal College of Physicians a buscar y estudiar los secretos de la naturaleza mediante la experimentación. Otros ejemplos de lecciones magistrales con una larga tradición son la Shattuck Lecture, patrocinada por la Wood Johnson Foundation, cuyo objetivo es fomentar la investigación en temas relacionados con la salud pública; la Hasting Lecture on Bioethics, cuyo objetivo es analizar y debatir temas fundamentales de la bioética relacionados con la salud, la medicina o el entorno, organizada por el Hastings Center, una institución independiente; o las Annual Lectures organizadas por las universidades de Oxford y Harvard.

Deseamos reconocer la colaboración de las personas que participaron en la gestación de esta idea y que la apoyaron de forma entusiasta desde el primer momento, enriqueciéndola con sus sugerencias e ideas. Todos ellos forman parte del Consejo de la Lección magistral. Mención especial a los doctores Juan José López-Ibor (fallecido) y Fernando Baquero, miembros del Consejo Científico de la Fundación Lilly, y a José Luis Puerta, que además de promover la iniciativa apoyaron desde el principio que fuera la emblemática figura de Andrés Laguna quien diera nombre a la lección, para que su ejemplo y los valores que encarna se conociesen y fomentasen a través de la misma. Agradecemos también a la Universidad de Alcalá y a su Rector, Fernando Galván Reula, la entusiasta acogida dada a la propuesta para que dicha universidad y su incomparable Paraninfo se convirtiesen en sede fija y marco de la Lección magistral. Las circunstancias de que Andrés Laguna fuese profesor de la misma, que el año de su nacimiento, 1499 (aunque no haya unanimidad en la fecha), coincidiese con la fundación de la Universidad por el Cardenal Cisneros, y la clara vocación hispanoamericana de Alcalá fueron elementos determinantes a la hora de la elección. El rector de esta universidad asume la presidencia del Consejo de la Lección magistral. Además, la propuesta del consejo y la aceptación de la universidad para que se designase la simbólica fecha del 18 de octubre, festividad de San Lucas, patrono de los médicos, para la celebración anual de la lección, acentúa la relevancia que todos hemos pretendido otorgar a este acto.

Ante todo, Laguna fue médico, profesión en la que destacó, llegando a ser médico del emperador Carlos I, de Felipe II y del Papa Julio III. En una época en la que lo más rentable era dedicarse a la anatomía, debido a la mayor recompensa científica y social que la dedicación a esta disciplina podía reportar, Laguna, con una clara orientación hacia lo que hoy llamaríamos «investigación translacional» (investigación útil para el hombre) prefirió decantarse por la farmacología y la botánica, buscando en la naturaleza los remedios de origen animal, vegetal o mineral, que sirvieran para tratar las enfermedades. Por ello, aparte de sus incursiones en el campo de la anatomía, la cirugía o sus magníficas traducciones de autores clásicos como Galeno o Cicerón, Laguna dedicó su gran esfuerzo a revisar críticamente la gran obra sobre terapéutica de la antigüedad Pedacio Dioscorides Anazarbeo, acerca de la materia medicinal y los venenos mortíferos. Pero como buen humanista, no se limitó a su traducción al castellano. Sus múltiples correcciones y anotaciones hicieron no solo que su libro doblase en volumen al original, sino que se convirtiera en la referencia a lo largo de los siguientes siglos. Por ello, quizás resultase apropiado referirse a su obra como El Dioscórides de Laguna.

Caracterizado por una curiosidad sin límites, Laguna fue viajero incansable, llegó a dominar 6 lenguas y vivió la mayor parte de su vida fuera de España. Puede afirmarse, sin ninguna duda, que Laguna fue un adelantado a su tiempo. Muchas de sus ideas resultan hoy de máxima actualidad y bastarían por sí mismas para ver en él a uno de los mayores pioneros de la investigación y la medicina moderna. Por ejemplo, respecto a la enseñanza de la medicina, señalaba la conveniencia de que los médicos, una vez obtenido el grado, practicasen en un hospital. Y añadía que sería de gran utilidad un decreto que estipulase que «ningún médico salido recientemente y fresco de los estudios, pudiera medicar en el Reino, sin primero haberse ensayado seis o siete años en tierras extranjeras y de enemigos, o en algún hospital insigne, haciendo allí del arte medicinal mil pruebas.

Pero si hay una característica que en Laguna merece la pena ser destacada, también como prototipo de la actitud renacentista, es su huida de cualquier tipo de dogmatismo y de la visión mágica de la medicina. Es muy crítico con los que ejercen la medicina sin el debido conocimiento y combate la magia y las supersticiones. Además de criticar con su irónico sentido del humor muchas supersticiones del Dioscórides, es muy duro con los dogmáticos que siguen las opiniones tradicionales sin la debida comprobación, critica las dietas rigurosas, que «extirpan el ánimo» y aboga por la práctica de una medicina científica, basada en la revisión crítica de los conocimientos adquiridos.

Se trata, por tanto, de ideas y planteamientos que hoy nos causan admiración y sorpresa, pues es inimaginable que pudieran ser propuestas por un médico de principios del siglo xvi, en un entorno en el que aún estaban vigentes las antiguas teorías de los equilibrios de los humores. Esa visión innovadora tiene lugar también en sus concepciones políticas, que le revelan como prototipo de europeísta. Tiene hoy máxima vigencia su famoso Discurso de Europa. La que a sí misma se atormenta, pronunciado en la Universidad de Colonia el 22 de enero de 1543. Se trata de un exhorto a la tolerancia, la comprensión y la concordia, invitando a los europeos a reforzar sus lazos culturales comunes, frente a sus diferencias ideológicas y religiosas.

Pero con Laguna ha ocurrido como con tantos otros grandes personajes y protagonistas de nuestra historia de España, que son más conocidos fuera de nuestras fronteras que dentro. Como ya señalaba el cronista Diego de Colmenares (Segovia, 1586-1651) al inicio de su obra sobre Laguna, «Esta es la vida y escritos que (hasta ahora) hemos podido averiguar de este gran segoviano, más conocido y celebrado en las naciones extrañas que en la propia, pues no hubo en su tiempo Rey, ni Príncipe que no le honrase, ni médico docto que no venerase su doctrina».

Por todo ello, desde la Fundación Lilly deseamos que la Lección magistral Andrés Laguna contribuya a reivindicar la figura de uno de los médicos más importantes del Renacimiento y gran personaje de la historia de España. Un hombre que, aunque vivió mucho lejos de su tierra, siempre se mantuvo unido a ella y se sintió orgulloso de su origen castellano, tal como demuestra el hecho de que firmase como Segobiensis. Y un español que sintiendo cercana su muerte, en la capilla funeraria de su familia, en la iglesia de San Miguel de Segovia, incluyó un lema latino referido al retorno: Inveni portum (encontré el puerto), como muestra de la añoranza que quizás le acompañó toda su vida.

Deseamos que las ideas, la vida y las obras de Andrés Laguna sirvan de ejemplo para mostrar que el esfuerzo, la curiosidad, el espíritu de superación, el optimismo, el fomento de los valores del individuo, la huida de los dogmatismos y la búsqueda constante de la verdad, son ingredientes fundamentales para lograr el bienestar y el avance de la sociedad. Como señalaba el Marqués de Lozoya, «quizás la lección más valiosa de Laguna para los españoles de todos los tiempos haya sido la de no concentrarse en el solar nativo, sino buscar la ciencia, el arte o la cultura donde se encontrasen, para enriquecer con los hallazgos una patria que la ausencia hacía más amada».

Hacemos votos porque la Lección magistral Andrés Laguna sirva para hacer justicia a nuestro gran médico, y contribuya a que las nuevas generaciones abracen el camino y los valores que él nos mostró con su vida y su obra.

La Lección magistral Andrés Laguna, en las 4 ediciones ya celebradas, ha reconocido como maestros a Sir Salvador Moncada (2012), Jesús San Miguel (2013), Carlos Belmonte (2014) y Antonio García (2015).

Con carácter extraordinario, Educación Médica editará íntegra la Lección magistral Andrés Laguna, que en el presente número corresponde a la pronunciada en 2015 por D. Antonio García, titulada: La emoción del descubrimiento científico.

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