Introducción: La malnutrición es un fenómeno frecuente en la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) por el aumento del consumo calórico por la propia patología y por la disminución de la ingesta. La escasa ingesta se debe fundamentalmente a los síntomas asociados al comer y a la anorexia propia de la enfermedad, pero cada vez es más frecuente la adhesión a dietas de eliminación de alimentos por parte del paciente.

Objetivos: Investigar las concepciones generales sobre nutrición en pacientes con EII y si evitan algún alimento como consecuencia de la enfermedad, así como valorar si consideran que los profesionales sanitarios dedicados a EII valoramos lo suficiente el aspecto nutricional.

Métodos: Inclusión de pacientes con diagnóstico establecido de EII en seguimiento estable en la unidad del Hospital Universitario La Paz de forma consecutiva, realizando un cuestionario estructurado anonimizado para el investigador y medico responsable.

Resultados: Se incluyeron un total de 118 pacientes, de los que un 56% (65 pacientes) eran mujeres. La edad media era de 48,84 años (DE 14,2). Todos tenían diagnóstico previo de EII: 51,7% (61 pacientes) de CU, 45% (53 pacientes) de EC y 3,3% (4 pacientes) colitis indeterminada. Cuando se preguntó a los pacientes si creían que la nutrición influía en la evolución de su EII, un 55,6% (64 pacientes) respondieron afirmativamente. Los pacientes que creían que la nutrición influía en la evolución de su enfermedad eran de media más jóvenes (44,5 vs 53,9 años) siendo estas diferencias estadísticamente significativas (p = 0,0003). 22 de los 64 pacientes (34,4%) entrevistados creían que se debía a un alimento específico. Las respuestas fueron diversas, pero destacan por frecuencia los alimentos ricos en grasa, los lácteos, el alcohol o el picante. Un 52,1% de la muestra (61 pacientes) había eliminado algún alimento de la dieta, desde el diagnóstico de EII. Destaca la evitación de lácteos (37%), fibras en un 28% (gran parte disminuyendo la ingesta de frutas y verduras), bebidas alcohólicas (17%) y bebidas gaseosas (11,5%). No se encontraron diferencias estadísticamente significativas en cuanto a la eliminación de alimentos en función de edad, sexo o tipo de EII. Tampoco se observaron diferencias en cuanto a la eliminación de lácteos, bebidas gaseosas o alcohólicas según el tipo de EII, siendo más frecuente la eliminación de la fibra en pacientes con CU (7/10 pacientes) que en EC. Respecto al papel del médico responsable, un 77,5% (86 pacientes) pensaban que la nutrición era importante para su médico y/o enfermero dedicado a EII, aunque solo un 52,6% (61 pacientes) creía recibido información suficiente y adecuada.

Conclusiones: Los profesionales sanitarios dedicados a la EII deberíamos aumentar nuestros esfuerzos en informar debidamente a los pacientes sobre los aspectos nutricionales, ya que en nuestra experiencia más de la mitad de los pacientes evita uno o varios alimentos (sin evidencia que lo respalde).