Objetivo: Evaluar la utilidad de la PET amiloide en el diagnóstico de una cohorte de pacientes atendidos en una Unidad especializada de trastornos cognitivos que tras una valoración cognitiva extensa, imagen estructural y en algunos casos PET con 18F-FDG y determinación de biomarcadores en líquido cefalorraquídeo, el diagnóstico de enfermedad de Alzheimer (EA) no era claro.

Material y métodos: Estudio retrospectivo de 249 pacientes (108 hombres; 141 mujeres) con edad media 67,9 ± 8,5 años. De estos 249 pacientes, 150 (60,3%) fueron diagnosticados de deterioro cognitivo leve (DCL), 60 (24,1%) de demencia leve, 18 (7,2%) de quejas subjetivas de memoria (QSM) y 21 (8,4%) como deterioro cognitivo no Alzheimer (no-EA). A todos se les realizó PET amiloide tras la administración de 296 MBq (± 10%) de 18F-Florbetaben (Neuraceq. LMI). La adquisición de las imágenes comenzó a los 90 minutos de la inyección del radiofármaco. Las imágenes fueron valoradas de manera cualitativa y de forma consensuada por dos médicos nucleares expertos mediante interpretación dicotómica (normal o patológico).

Resultados: La PET amiloide se consideró patológica en el 53,8% de los pacientes (134/249) y normal en el 46,2% (115/249). Fue patológica en el 56% con DCL (84/150); en el 58,4% con demencia leve (35/60); en el 44,4% con QSM (8/18) y en el 71,4% en los pacientes considerados inicialmente como patología no-EA (15/21). La PET amiloide permitió la detección precoz de EA en las diferentes situaciones clínicas, permitiendo instaurar medidas terapéuticas en fases iniciales de la enfermedad. Por el contrario, en casi la mitad de los pacientes incluidos, la PET amiloide permitió descartar la existencia de EA y evitar actuaciones médicas y tratamientos innecesarios.

Conclusiones: La PET amiloide es de gran valor clínico en pacientes con diagnóstico de EA incierto, posibilitando el manejo correcto de estos pacientes en fases iniciales de su proceso.